Protección y Sanación

North Texas Catholic
(6 de mayo de 2024) Noticias-Locales

La cuarta Misa anual de Reparación para Víctimas y Sobrevivientes de Abuso fue celebrada en la Catedral de St. Patrick. (NTC/Ben Torres)

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Según el Departamento de Servicios para la Familia y de Protección de Texas, los estudios demuestran que cada día más de 184 niños son víctimas de abuso en Texas; y un promedio de siete o más niños es maltratado cada hora. Estas estadísticas son una de las razones por las que la Oficina de Ambiente Seguro de la Diócesis de Fort Worth considera de suma importancia su doble misión: la Promesa de Proteger y el Compromiso de Sanar.

La Oficina de Ambiente Seguro fue establecida en el 2002, tras la publicación del Estatuto para la Protección de Niños y Jóvenes de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, cuya finalidad era responder a la crisis de abuso sexual dentro de la Iglesia. El documento, que comprende un conjunto de procedimientos para todas las diócesis de los Estados Unidos ayudó a formalizar los procedimientos para abordar prontamente las acusaciones de abuso sexual de menores por parte del clero católico. Estableció como requisito varias medidas para prevenir todo tipo de abuso. Sirve además como guía para la reconciliación, la sanación, la rendición de cuentas y la prevención de futuros actos de abuso.

“La Diócesis ya contaba, antes del 2002, con una persona encargada de atender este tipo de casos y cualquier víctima de abuso con compasión y los debidos recursos, pero el Estatuto estableció pautas específicas para responder prontamente a cualquier reporte de abuso de niños, adolescentes y adultos vulnerables. Su finalidad es prevenir todo abuso a través de la formación, para que todos reconozcan las señales de abuso, y se lleven a cabo las verificaciones de antecedentes penales. El objetivo es contar con personas calificadas en la Diócesis y excluir del servicio o empleo aquéllos que sean potencialmente peligrosos o que tengan algún antecedente de violencia o abuso”, comparte Sandra Schrader-Farry, la Directora de la Oficina de Ambiente Seguro. Ella enfatiza que todas estas medidas se implementan y aplican a todas las personas que estén involucradas en servir en cualquier ministerio de la Diócesis, incluidos los empleados, voluntarios y visitantes.

Una mujer ora durante la Misa de Reparación para Víctimas y Sobrevivientes de Abuso celebrada por el Obispo Michael Olson. (NTC/Ben Torres)

El Estatuto sirve de guía para lograr diligentemente el cumplimiento de uno de los pilares de su misión: La promesa de proteger. “Todas las personas en la Diócesis, incluidos los voluntarios y empleados a todos los niveles, así como el clero, deben someterse a la verificación de antecedentes y referencias, además de tomar el entrenamiento para adultos, ‘Protegiendo a los niños de Dios’, y renovarlo cada dos años”, explica Schrader-Farry. “El objetivo es crear conciencia de los peligros que existen, sensibilizarse sobre las víctimas de abuso y reconocer las señales de abuso o intento de abuso. Se incluye también la manera de responder ante un caso”, explica Gabriela García, Coordinadora de Ambiente Seguro. 

La Oficina de Ambiente Seguro procura que todas las parroquias de la Diócesis estén al día con el entrenamiento y las asiste a ponerlo en práctica adecuadamente. En una de las visitas a la Parroquia de Holy Name, García se percató de la gran necesidad existente de que más personas tomaran o renovaran su entrenamiento. “Cuando hablamos con el párroco, el Padre Ignacio convocó enseguida a la comunidad y en sólo dos semanas entrenamos alrededor de 300 feligreses de esta parroquia”, agrega García. 

El Padre Ignacio participó del entrenamiento junto con los feligreses y señala que la seguridad es un elemento fundamental de la Iglesia, ya que es el lugar para vivir la fe y tener un encuentro personal con Dios. Por eso, crear un ambiente de respeto, diálogo y hermandad, en el que se preocupen los unos por los otros, es primordial para hacer de la Iglesia un lugar seguro para todos. “La gente reconoce la necesidad de estos entrenamientos y muestra interés en aprender más sobre este tema y prevenir todo abuso. Aunque ya existía un ambiente de protección, estos entrenamientos lo fortalecen al concientizar y extenderlo a los feligreses de la parroquia”, añade el Padre Ignacio. 

Los esfuerzos realizados han dado frutos, ya que hasta el momento 25,274 personas adultas en la Diócesis han recibido este entrenamiento y han pasado la verificación de antecedentes. Se cuenta con 182 personas que sirven de facilitadores del entrenamiento, informa la Oficina de Ambiente Seguro. 

El Compromiso de Sanar es el segundo propósito de esta Oficina. Hay una línea directa de asistencia a víctimas, que ofrece consejería y cuidado pastoral; y se celebra la Misa Anual de Reparación, que comenzó hace cuatro años. El Obispo Michael Olson la celebró nuevamente el sábado 6 de abril en St. Patrick Cathedral. Se contó con la asistencia en persona de unos 100 feligreses, y 310 participaron de la transmisión en vivo a través de la página web de la Diócesis. “Estamos aquí para reparar los pecados de los líderes, ministros y miembros de la Iglesia que han adoptado con demasiada facilidad la postura de incredulidad y coacción en el silencio ante los que hablan la verdad en Cristo”, explicó el Obispo Olson en su homilía. 

Facilitadores, coordinadores, voluntarios, víctimas y feligreses oraron durante la Misa por las víctimas y los sobrevivientes de abuso. “Esta Misa nos motiva y nos recuerda la segunda misión de nuestro ministerio, que es sanar y ayudar a brindar paz a todos los que han sido perjudicados”, expresa Pat McGrail, el Director Asistente de la Oficina de Ambiente Seguro.

Schrader-Farry destaca que la clave para lograr éxito es la constante cooperación entre la Oficina diocesana y los párrocos, facilitadores, coordinadores y ministerios que laboran incansablemente para crear lugares más seguros. “Es extraordinario ver que la mayoría de las personas que participan de este esfuerzo son voluntarios que tienen el deseo de servir y reconocen la importancia de este asunto, contribuyendo así a la misión de toda la Iglesia”, añade Schrader-Farry. 

Este programa ofrece esperanza, ya que hoy día las cosas se están haciendo de manera muy diferente a cómo se hacían antes. Hay más información sobre las posibles causas y señales que se pueden detectar para prevenir el abuso. 

“Gracias a la formación y la Misa de Reparación podemos ver que las personas están dispuestas a conversar sobre el tema y hacer lo necesario para combatir este problema. Queremos que la gente tenga la certeza de que la seguridad y protección son una prioridad. Nos afanamos constantemente para lograrlo”, concluye Schrader-Farry.

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