Apacienta Sus Ovejas
Al experimentar a Cristo resucitado nos regocijamos y vivimos con ese profundo gozo día tras día. El mismo Cristo resucitado nos pregunta a cada uno si lo amamos y, como respuesta a ese amor, nos invita a apacentar y amar a sus ovejas.
Crecí en un pequeño rancho de México y de niño uno de mis trabajos, además de ir a la escuela, era cuidar el rebaño de ovejas de mi padre. Las conocía y cuidaba, pero a veces me sentía frustrado porque algunas de las ovejas eran rebeldes y les gustaba extraviarse. Sin duda, en el rebaño había diferentes tipos de ovejas. Además, yo servía de pastor de unas ovejas que no eran mías, sino que pertenecían a mi padre, pero las amaba y cuidaba como si fueran mías.
Jesús resucitado nos pregunta si lo amamos y nos invita a ser pastores de su rebaño y cuidar de ellas de la manera que un Buen Pastor amoroso lo haría. Un pastor cuida de las ovejas, las conoce y da su vida por ellas como Jesucristo, el Buen Pastor. El amor de Jesús es inseparable del cuidado de su rebaño. Es un amor que nos llama a ser pastores que alimenten, guíen, escuchen, enseñen, sanen, conecten y pastoreen las ovejas del Señor. Es ese amor por Jesucristo lo que nos llama a ser testigos del rebaño de Dios. Aún más importante es que un buen pastor no puede elegir cuáles ovejas quiere cuidar. Cuando Jesús le dijo a Pedro “apacienta mis ovejas”, se estaba refiriendo a todas Sus ovejas.
Cuando un joven siente la vocación al sacerdocio y responde a la pregunta del Señor de si lo ama, Jesús le pide que sea pastor de las ovejas que se le han confiado. El joven que le sigue está llamado a ver a Jesucristo como el ejemplo de pastor. Está llamado específicamente a una vocación particular en la persona de Cristo, que es el llamado al sacerdocio ministerial. Un joven llamado a esta vocación especial ve que las ovejas de nuestra comunidad y sociedad necesitan ser pastoreadas porque sienten que han perdido toda esperanza y que se les ha quitado su dignidad cristiana y humana. En este mundo hay mucha necesidad de la sanación y esperanza que viene del Buen Pastor, y aunque los sacerdotes son también ovejas del Buen Pastor, Dios los llama a sanar y cuidar de todas Sus ovejas.
El Señor invita a un joven al sacerdocio ministerial para cuidar de todas Sus ovejas. Es decir, son las ovejas del Señor. San Agustín en sus escritos reflexiona sobre este llamado y resalta, “apacienta todas mis ovejas como mías, no como tuyas; busca mi gloria en ellos, no la tuya; mi bien, no el tuyo; mi beneficio, no el tuyo”. No es un rebaño propio, pero el Señor se lo confía al sacerdote que responde generosamente a Su llamado y le pide que las cuide siguiendo el ejemplo de Jesús el Buen Pastor. Es una respuesta que fluye del amor del joven por el Señor y es el amor que profesa a Cristo que lleva al joven a ser pastor y apacentar las ovejas de Dios. Es hora de que la comunidad cristiana cultive las virtudes del Buen Pastor, el Señor resucitado, y fomente las vocaciones consagradas, particularmente al sacerdocio ministerial, una vocación para ser verdaderos pastores en Cristo.
¡Cristo ha resucitado! ¡Él verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!