Lleno del amor de Dios: Cómo un diácono responde a su llamado de ser padre, esposo, misionero y un Mariachi

North Texas Catholic
(6 de mayo de 2024) Noticias-Locales

El Diácono Alfonso Ramírez reza en la Parroquia de la Immaculate Conception en Denton. (NTC/Juan Guajardo)

En la constitución dogmática sobre la iglesia, Lumen Gentium, el Papa Pablo VI describió que “los diáconos reciben la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio de servicio».” (LG 29)

El Diácono Alfonso Ramírez de la Parroquia de Immaculate Conception de Denton es un gran ejemplo de dedicación a su comunidad y profunda fe para llevar a todos el amor de Dios eterno.

Descubrió su llamada al diaconado hace más de veinte años al ver las vestiduras de un diácono de su parroquia. En ese momento sintió que “algo dentro de mi ser; algo que me iluminó; algo que me invitó a vestirme igual que él”, recuerda el Diácono Ramírez. “De ahí, me nació esa llamadita para empezar el proceso del diaconado”. 

Luego de ocho años — tres años dedicados a la Luz de Cristo para crecer espiritualmente y cinco años de formación — fue ordenado al diaconado permanente en el 2009 en la Parroquia de St. Elizabeth Ann Seton.

Un secreto divino

El Diácono Ramírez y su esposa Olga Rosillo se casaron hace cuarenta y tres años en la Parroquia de St. Thomas de Pilot Point. Tienen cuatro hijos: Roberto Carlos, 43; Karla Anai, 39; Anna Karen, 35; y Luis Alfonso, 27.

“Mi familia ha sido siempre lo más importante para mí. Si tengo tiempo para mi familia, tengo tiempo para todo el mundo. Eso para mí, es lo más importante”, señaló el Diácono.

No importa cuánta responsabilidad se tenga, dijo el Diácono. “No hay un secreto en particular para poder servir al Señor. Sólo uno tiene que estar disponible para hacer la voluntad de Dios”. 

Es también importante deshacerse del concepto de que hay que sentirse ocupado, afirmó el Diácono. 

“No me pongo en mi cabeza eso de que voy a estar ocupado; que voy a estar haciendo esto, esto, y aquello… Es que, a veces, las preocupaciones nos ahogan”, explicó.

“Por ejemplo, tengo un compromiso y debo estar a las tres en camino algún lugar, pero de repente, me veo que todavía sigo en otro sitio a las dos y media. Y me digo, ‘Ay, me están esperando’, y me voy manejando mi carro desesperado. Pero me recuerdo constantemente de lo que me dijo una vez un sacerdote, ‘que en tu vida jamás te pongas límites y jamás te pongas horarios. Ponte siempre en las manos de Dios y Él se encarga de todo lo demás en tu vida’”, anotó el diácono.

El Diàcono Mariachi

Desde que tenía cuatro años, el Diácono Alfonso Ramírez le ha encantado la música. Desde entonces, ha estado tocando el violín como integrante de un mariachi. 

Cuando se ordenó de diácono en el 2009, el Obispo Vann le dijo sonriendo, “de hoy en adelante, ya no vas a ser simplemente un mariachi”. Un chiste que todavía el diácono recuerda porque ser mariachi es más que una simple profesión para él — es una forma de vivir la vida y adorar a Dios.

“Mucha gente piensa que el mariachi es nada más que para estar tomando, para estar ahí, pero en realidad no es así. El Mariachi es para juntarnos y convivir; para llenarse de alegría y llevarla a los demás. Esto es lo que más me gusta. Cuando estamos juntos, nos llenamos de la alegría de Dios”, enfatizó el Diácono Ramírez.

La misma alegría que él siente en su amor por compartir la música la encuentra en ser diácono.

“Dice San Pablo ‘muéstrame tu fe y te mostraré nuestras obras’. Para mí, la obra es alegría… Compartir el amor de Dios a través de la fe y del amor. Eso es para mí la fe: la obra que hacemos”, él dijo. 

Actividades como diácono

El Diácono Ramírez trabaja al menos dos misas cada domingo en su Parroquia de Immaculate Conception en Denton o en las Parroquias de St. Michael de Grapevine y Bedford, que él visita todos los meses para ayudar en las Misas en español.

Ayudó también en el ministerio de los encarcelados por un tiempo. Visitaba a los confinados cada ocho días, como lo hizo el diácono anterior. 

Cuando comenzó la pandemia del COVID, el diácono empezó a llevar ropa, zapatos y medicina al Distrito Federal de México dos veces al año. 

Luego de ver la necesidad de la gente allí y haber hablado con los sacerdotes del área, el Diácono Ramírez empezó a llevar canastas con artículos básicos para los inmigrantes de la Casa Hogar de la Madre Teresa Calcuta, un orfanato en San Miguel de Allende. Lleva también canastas a los Padres de la Iglesia de la Candelaria y a un orfanato de niñas que está al lado de la Basílica de Guadalupe. 

“Les ayudamos con lo que podemos dar con el favor de Dios y la generosidad de la comunidad”, agregó. “Poder servir a Dios a través de este ministerio es lo más hermoso que puedo sentir. Me brinda mucho gozo y alegría que, como diácono, puedo compartir el amor de Dios con la gente”. 

Consejos para todos

A los hombres que han pensado entrar al diaconado permanente, el Diácono Ramírez les aconseja que se “enamoren de Dios”. A los padres que buscan ayuda para inculcar a sus hijos el verdadero amor a Dios, les aconseja que siempre les lean a sus hijos y le hablen de Dios.

“Nosotros, como padres, queremos darle lo mejor a nuestros hijos. Pensamos en la riqueza del mundo, pensamos en las vanidades del mundo. Pero nunca pensamos que lo mejor que podemos hacer para nuestros hijos es inculcar en ellos el amor de Dios — eso es lo más importante de nuestra vida de fe, que nuestros hijos crezcan con ese amor en su corazón”, concluyó diciendo el Diácono Ramírez con una gran sonrisa llena del amor de Dios.

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