Servir al máximo
En sus columnas anteriores, el P. Thu Nguyen, párroco de San Pablo Apóstol y director diocesano de liturgia y culto, nos explicó más a fondo el papel que juega la asamblea, la importancia de la música y el significado de los gestos de la celebración de la Misa.
En el presente artículo, se enfocará en unas funciones especiales que el laicado puede cubrir en la liturgia.
¿Cuáles son las fuentes usadas en la enseñanza actual de los roles de los laicos?
P. Nguyen: En 1903, el papa san Pío X escribió que la liturgia es donde el laicado adquiere el espíritu cristiano “partiendo de su fuente fundamental y más indispensable, nos referimos a la participación activa en los santos misterios y en la oración pública y solemne de la Iglesia”. Por decirlo brevemente, el papa san Pío X pensó que la participación activa constituía la interiorización de los misterios divinos, en particular el Santísimo Sacramento mismo, de tal manera que los fieles se puedan configurar más y más con Jesucristo partiendo de la celebración de la Eucaristía y aplicándolos en su vida más allá de la Misa.
Antes del concilio Vaticano II, muchos ministerios litúrgicos, tales como los lectores y acolitadas, eran conocidos como órdenes menores y reservados para aquellos varones que se encontraban camino a la ordenación.
Las ideas del papa Pío fueron objeto de reflexión y desarrolladas durante el concilio Vaticano II. La Sacrosantum Concilium, que fue la constitución conciliar sobre la sagrada liturgia, “puso énfasis en que la participación está orientada a incrementar la vida cristiana y que era algo más que una participación externa o interna”.
Inspirado en las reformas del Vaticano II orientadas a incrementar la participación del laicado en el ministerio de la Iglesia, el papa Pablo VI emitió un motu proprio en 1972 en el cual instituyó ministerios específicos para los laicos, tales como los monaguillos, lectores y ministerio de hospitalidad. La sacristanía ha sido un encargo que tradicionalmente había venido siendo delegado a los fieles.
¿Qué funciones pueden desempeñar los laicos en la celebración de la Santa Misa?
P. Nguyen: Normalmente se pueden ver siete funciones que cubren los laicos: el de lector, el de ayudar en el altar (monaguillo), el de sacristán, el de cantor o músico, el de ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, el de ministerio de hospitalidad y el de arreglar la iglesia.
Existen otras dos funciones que desempeñan más raramente. En celebraciones más complejas presididas por el obispo se puede ver un maestro de ceremonias. El monitor, que raramente se puede ver en Estados Unidos, pero que es más común ver en Vietnam y otros países, el cual introduce cada lectura y algunas partes de la Misa ofreciendo un resumen de los mismos.
¿Cómo discernir si estoy llamado a ser un ministro laico?
P. Nguyen: San Pablo abordó esto en su Carta a los Romanos: “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”. (Romanos 12:5-8)
La USCCB también ofrece algunas directrices en el documento “Colaboradores en la viña del Señor”, el cual establece: “Entre los bautizados, todos los cuales son llamados a servir la misión de la Iglesia, algunos de ellos experimentan un llamado más específico al ministerio eclesial laico. El llamado puede llegar en un momento dramático. Pero a menudo, el llamado se desarrolla en el curso del tiempo, a medida que la persona crece —dentro de la comunidad de fe— en el amor a Dios y en el deseo de hacer su voluntad. Uno empieza a considerar que las gracias recibidas pueden ponerse ahora al servicio de la Iglesia. Se inicia un período de discernimiento”.
El discernimiento del llamado a un ministerio litúrgico constituye un proceso que requiere oración y contemplación. Es tanto personal como comunitario e implica un diálogo y una ponderación de la mano de los líderes de la parroquia.
¿Cómo se convierte uno en ministro litúrgico?
P. Nguyen: Es necesario que haya una formación litúrgica, de tal manera que todos cubran las funciones propias de su ministerio y aprendan los requerimientos específicos del puesto y las razones de dicho proceso.
La conducta y la actitud son también elementos necesarios para mantener la sacralidad de la celebración.
De acuerdo con la Instrucción General del Misal Romano, párrafo 91, “Que todos, por lo tanto, sean ministros ordenados o fieles laicos, al desempeñar su ministerio u oficio, hagan todo y sólo aquello que les corresponde”. El párrafo 97 de la Instrucción General también hace énfasis en la alegría y disponibilidad de parte de los fieles cuando afirma: “No rehúsen los fieles servir con gozo al pueblo de Dios cuantas veces se les pida que desempeñen algún determinado ministerio u oficio en la celebración”.
Una vez recibida la capacitación, ¿ya está preparado para servir el ministro litúrgico?
P. Nguyen: Hace falta que el párroco bendiga a estos ministros litúrgicos con una bendición que se encuentra en el Bendicional, capítulos 61-63. Los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión reciben el encargo de parte del párroco únicamente para ejercerlo en esa parroquia una vez que sus nombres han sido presentados ante la diócesis indicando que han recibido la formación teológica y práctica en materia de Eucaristía.
En el siguiente número, el P. Nguyen explicará más a detalle las diversas funciones de los ministros eclesiales laicos. Todas sus columnas se pueden leer en NorthTexasCatholic.org/entendiendo-el-misterio.
El Padre Thu Nguyen sirve como pastor en la Parroquia de St. Paul the Apostle en Fort Worth y Director de Liturgia y Adoración para la Diócesis de Fort Worth.