Un llamado duradero
SU NOMBRE: Padre Ariel Muñoz Sánchez, CORC, párroco de St. Matthew de Arlington.
UNA MADRE DEVOTA: Padre Muñoz fue criado en el campo del estado de Querétaro de México. Para llegar a la Misa de la iglesia más cercana, él y su madre caminaban entre 40 minutos y una hora. “Mi madre amaba mucho a la Iglesia y se sentía muy cercana a los sacerdotes de la parroquia. Aunque vivíamos en un rancho, mi madre siempre iba a la iglesia para asistir a Misa”.
El sacerdote recuerda que con frecuencia llegaban a su casa sacerdotes y seminaristas que iban de paso por los ranchos. “Mi mamá los atendía, les daba desayuno o almuerzo. Y así, poco a poco, se me fue metiendo en la cabeza la idea de querer ser sacerdote como ellos”.
RESURGIR DEL LLAMADO: El Padre Muñoz y su madre emigraron a Texas cuando él tenía sólo 12 años. Vivían muy lejos de la ciudad, pero iban a la iglesia tanto como podían. Él ayudaba a dar catequesis a los niños de la parroquia.
Mientras tanto, su tío entró al seminario de la Orden de la Confraternidad Sacerdotal de Operarios del Reino de Cristo (CORC) y fue enviado a España para continuar sus estudios.
“Él nos mandó una foto en que aparecía vestido con su sotana. Esa foto tuvo un gran impacto en mí. Ya yo tenía 20 años y me volvió nuevamente ese deseo que tenía de niño de ser sacerdote. Esas ansias resurgieron en mí. Sentí un profundo deseo de responder a ese llamado; sentí un ansia tremenda y, de tal manera, que lo que quería en ese momento era tener alas y poder irme. Deseaba tener los suficientes recursos o tener lo necesario para irme al seminario en aquel momento. Sin embargo, para logarlo tendría que pasar por un largo proceso”.
PERSEVERANCIA HASTA ENTRAR AL SEMINARIO: El Padre Muñoz siguió los consejos de su tío y no entró a la Orden de los Operarios porque ellos requerían un pago mensual por cada seminarista. “Como éramos pobres, lógicamente había que pensar en eso”.
Decidió entonces entrar al seminario de los Misioneros de Cristo Redentor, donde se quedó por seis años y terminó sus estudios secundarios y la preparatoria.
Luego, se salió del seminario y se fue a trabajar por un año como campesino en los Estados Unidos. Cuando regresó a México, su tío ya había sido ordenado como sacerdote y lo invitó a conocer los Operarios y su comunidad. “Ahí estaba el director vocacional e inmediatamente empezó a hablar conmigo y me decía, ‘Órale, tú tienes que ser sacerdote — tú tienes que ser sacerdote’”.
El Padre Muñoz perseveró y logró entrar al Seminario Mayor de la Confraternidad Sacerdotal de Operarios del Reino de Cristo en septiembre del 1989.
FECHA DE ORDENACIÓN: Ordenado al sacerdocio el 26 de septiembre del 1997 en la Catedral de Querétaro, San Felipe Neri, en México.
ENAMORADO DE SU VOCACIÓN: “He intentado dar lo mejor de sí mismo como sacerdote. Yo digo que, si volviera a nacer otra vez, volvería a ser sacerdote. Es una vocación muy bonita. Hay altas y bajas. Si te dijera que todo es una maravilla, sería una mentira, ¡Eh! Al ver lo que Dios hace contigo, cómo la gente confía todavía en el sacerdote para recibir los sacramentos y pedir consejos, me parece que todo esto es increíble… Sí, definitivamente yo volvería a ser sacerdote porque hay mucha gente que nos necesita”.
UNA IGLESIA DOMÉSTICA HERMOSA: “Una alegría para mí y la satisfacción más grande es ver cómo llega tanta gente a la iglesia y cómo entran familias completas con todos sus hijos — a veces, hasta con cuatro o cinco niños. Es bonito observar cómo llegan a Misa todos los domingos y cómo se sientan todos en un solo banco. Una familia, y todos juntos en la iglesia; eso es muy hermoso”.
CONSEJO PARA LOS PADRES: “Sigan educando a sus hijos en la fe. No descuiden el cultivar la fe en sus hijos. Éste es el regalo más grande que les pueden dar”.
LA BELLEZA DE LA RECONCILIACIÓN: Más que nada, el Padre Muñoz ama la Eucaristía, pero también le brindan mucha satisfacción los días de las Confesiones. “Aunque me sienta un poquito cansado, me da también una gran alegría ver cuánta gente todavía cree en el Sacramento de la Reconciliación y viene a confesarse para recibir la misericordia de Dios a través del cura”.
PASATIEMPOS: Hacer rompecabezas y ver películas del oeste de YouTube porque le recuerda el tiempo de cuando se criaba en el campo.
“Yo salí del campo, pero el campo no ha salido de mí. … Cuando yo voy a visitar a mi hermana, me siento que me hace falta el machete y el sombrero. Y cuando voy a visitar a los que fueron mis compañeros de trabajo en aquel tiempo, los encuentro por ahí. Celebro la Misa y luego los voy a saludar y les pregunto cómo están. Entre ellos, me siento también como otro campesino, aunque ya es una realidad distinta. Ciertamente, ya llevo 27 años de cura y algunos de ellos ya son abuelos”.
BENDECIDOS POR LA FE: “Si tienes una buena relación con Dios, vas a tomar buenas decisiones y vas a tener fuerza para luchar contra cualquier obstáculo que se presenta en tu vida.
“Pero si no estás con Dios, no tendrás virtudes internas que te sostengan y ayuden como la paciencia, la caridad, la prudencia, que son virtudes que tienes que ponerlas en práctica todos los días”.