Comienza en casa

North Texas Catholic
(26 de agosto de 2021) Buscando-El-Camino-De-Dios

El Padre Pedro Martínez, con sus padres y familia en su ordenación diaconal en 2019. (NTC/Foto de cortesía)

Como sacerdote migrante hispano en los Estados Unidos, traigo mi propia experiencia personal de crecer en México y desarrollarme en los Estados Unidos con fuertes valores católicos en los que la Iglesia doméstica jugó un papel importante. La práctica de mi fe católica en México no comprendió tanto la vida sacramental debido a circunstancias que la limitaron; sino que, en cambio, se trataba de una experiencia de religiosidad popular en la que se enfatizaba la comunidad y la familia. Al mudarme a los Estados Unidos vivíamos en un ambiente multigeneracional y multicultural, pero cosa que se mantuvo igual fue la necesidad de seguir fomentando la expresión de nuestra fe en la  Iglesia doméstica. Esto se debe a que “en esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada.” (Lumen gentium, 11)

Como sacerdote recién ordenado, soy capaz de ver la importancia de construir y formar la  Iglesia doméstica. El hacer esto permite a la familia, junto con la guía de la Iglesia, perseverar en la fe y fomentar las vocaciones incluso en el bullicio de lo que parece un mundo que cambia y evoluciona rápidamente, pero aún debemos permanecer fieles al mensaje y los valores del Evangelio. Al crecer en un pequeño pueblo en Guanajuato, México, pude experimentar la religiosidad popular y el papel activo de la  Iglesia doméstica, en la cual se fomentó la fe católica. Debido a que nuestro sacerdote cubría una cantidad significativa de área rural con muchas iglesias, podíamos tener Misa dos veces al mes. La gente pudo mantener la fe mediante la popularidad religiosa con rosarios comunitarios, procesiones, horas santas, devociones populares de santos, clases de catecismo, y muchas otras actividades que promovieron y fomentaron su fe. La Iglesia doméstica, incluso con sus limitaciones, fue capaz de mantener una expresión viva de la fe.


La familia como Iglesia doméstica juega un papel importante en el fomento de las vocaciones, ya que es en ellas que sus miembros se comprometen al sacerdocio, la vida religiosa y el matrimonio. El testimonio y el ejemplo de fe y vida de la Iglesia doméstica son esenciales para fomentar las vocaciones. Mantenerse fiel al evangelio de Jesucristo en una población multigeneracional y multicultural es crucial para la expresión y y la afirmación de la fe católica proclamada y vivida, que lleva a las personas a transformarse y cambiar.

 

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