El Día de los Muertos: Una tradición viva mezclada con rituales católicos
Al igual que lo hace cada año, Ana Magallanes, 40, feligrés de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Denton, arreglará el 2 de noviembre junto a sus dos hijas, que tienen 11 y 6 años, un altar para el Día de los Muertos y pondrán ofrendas para sus seres queridos que han fallecido.
“En casa hacemos el altar con fotografías de nuestros papás, un sobrino y un hermano”, explica Magallanes, originaria de Guanajuato, México, y que llegó a Denton con sus padres hace 26 años.
En Día de los Muertos también es costumbre que las familias visiten los cementerios y traigan ofrendas de comida y bebida que los difuntos habrían disfrutado mientras estaban vivos.
La tradición del Día de los Muertos le da la oportunidad “como católica, de recordar a mis seres queridos y orar por ellos”, pero también le sirve para enseñar “a nuestras hijas sobre sus familiares que ya están en el cielo”, dijo.
Destaca que como inmigrante, es importante “no olvidar nuestra propia cultura. Cuando llegué a este país, me encontré con Halloween, pero quiero también que mis hijas conozcan bien mis tradiciones. Yo no conocí a mis abuelitos, sino que fue a través de las fotos que poníamos en el altar y las anécdotas que me contaba mi mamá. Así como ahora lo hago yo con mis hijas”, dijo recordando su infancia en México, cuando junto a su mamá decoraba la ofrenda con coloridas figuras de papel, flores, dulces en forma de ‘calaverita’, veladoras, y por supuesto, fotografías de sus abuelos.
Además del altar en su casa, desde hace tres años Magallanes ayuda a colocar el altar del Día de los Muertos en el colegio de sus hijas, el Colegio Católico de la Inmaculada Concepción de Denton, como miembro del grupo de Mamás Latinas.
“Queremos que las generaciones de los jóvenes conozcan nuestra cultura latina y lo importante que es para nosotros el altar del Día de los Muertos, pues así es como cada año recordamos a nuestros seres queridos que ya no están con nosotros”, dijo.
Aunque este año no será posible por la pandemia, Magallanes espera continuar el próximo año con la ofrenda en la escuela y repartir pan dulce a los niños, mientras les explica el significado de las tradiciones del Día de los Muertos. Estamos “muy agradecidas de la directora del colegio, Elaine Schad, que nos dio la oportunidad de formar este grupo y permitirnos que cada año pongamos este altar en la entrada de la escuela para compartir esta parte tan bonita de nuestra fe y de nuestra cultura”, aseguró.
El Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, celebraciones tradicionales de la Iglesia Católica, se combinan particularmente entre los latinos con el Día de los Muertos, una herencia cultural que es importante preservarla y entenderla a profundidad, señala la Hermana Araceli Lobatón, Directora de Educación Religiosa de la Parroquia del Inmaculado Corazón de María de Fort Worth.
La celebración del Día de los Muertos, “no es una ceremonia de terror y de miedo, sino que es una celebración de un encuentro”, explica la religiosa Misionera Catequista de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
Ella señala que en el mundo prehispánico se tenía la creencia de que cuando las personas morían no morían para siempre, sino que iban al Mundo de los Muertos. Sin embargo, para llegar a ese lugar donde iban a descansar tenían que hacer un largo recorrido, por eso sepultaban a los muertos con sus pertenencias y con comida para ese trayecto. De ahí, la tradición de colocar en los altares del Día de los Muertos los platillos que les gustaban a nuestros seres queridos y objetos que ellos usaban.
“Se creía que ese mundo de los muertos tenía tres niveles, uno para los guerreros que habían muerto en batalla, un segundo nivel para los niños y otro más para las personas comunes. Cada año hacían un ritual donde se conectaban espiritualmente con ellos, por lo que tras la Conquista Española y la llegada de los misioneros Franciscanos y Agustinos, quienes trajeron la Buena Nueva del Evangelio al Nuevo Mundo, esta antigua tradición fue purificada, no arrebatada, sino que se mezcló con las tradiciones cristianas del 1 y 2 de noviembre, en que la Iglesia celebra respectivamente el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos”, explicó la Hermana Araceli, originaria de Tlaxcala, México.
“A través de nuestra fe cristiana creemos que nuestra alma no muere, sino que vive para siempre y se va al encuentro de nuestro creador”, ella señala apuntando que la tradición del Día de los Muertos es parte de nuestra identidad. Es muy importante dar la información correcta sobre esta tradición porque se corre el riesgo de que se vea como algo que no es bueno, pero que en realidad es una tradición con raíces prehispánicas, que está “permeada del Evangelio”. Añadió además que la finalidad de esta tradición es “orar en familia en comunión con los seres queridos que ya se han ido de este mundo al encuentro del Señor. Nosotros nos unimos a ellos no físicamente, sino espiritualmente en oración”, dijo la Hermana Araceli, y resaltó la importancia de formar a los niños, pero también a los padres, sobre esta tradición particularmente arraigada en el centro y sur de México.
Así en la casa, como en la Iglesia
El tener en la casa el altar del Día de los Muertos no es algo malo, señala el Padre Alejandro López, Vicario de la Parroquia del Inmaculado Corazón de María, siempre y cuando se tenga “la conciencia de que la oración se hace por el alma de los difuntos”.
Lo importante es que la ofrenda sea “un recuerdo de los que ya no están con nosotros y desde la perspectiva cristiana. Que las familias se reúnan en torno a la ofrenda para recitar el Rosario por el eterno descanso de los difuntos. Las velas se encienden, pues representan el sentido de la Luz que conduce el alma de los difuntos hacia Dios. Todo lo demás es parte del folklore y tradición”, apuntó el Padre Alejandro. Destacó que al celebrar el Día de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre debemos tener “esa conciencia y creencia de que realmente nosotros somos alma y cuerpo; y que cuando morimos vamos al cielo, o al purgatorio, o tristemente, algunos al infierno. Nosotros hacemos nuestra oración, esa ofrenda y conmemoración de todos los difuntos de nuestra familia para pedirle a Dios que les conceda el descanso eterno”.
Los católicos también ayudan a acelerar el viaje purificador al cielo de los fieles difuntos ofreciendo con gratitud penitencia, obras de misericordia y, especialmente, el santo sacrificio de la Misa.
El día 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, agrega el Padre Alejandro, “recordamos a los que ya son Santos, a los que ya gozan del cielo, damos gracias por la Santidad y tratamos de imitar ese ejemplo”.
El sacerdote continuó explicando que no sólo celebramos a los Santos que la Iglesia ha declarado, sino también a los “Santos que nos encontramos día a día”, como lo señala el Papa Francisco en su encíclica Gaudete et exsultate, que son aquellas personas que conocimos o que eran nuestros familiares, que por las obras que hicieron durante sus vidas, por su fe y su sufrimiento se pueden considerar santos, aunque la Iglesia no los haya reconocido oficialmente mediante el proceso de la canonización.
“Estos días son importantes, porque la Iglesia se une en una sola oración”, señaló que todos nos unimos en oración, como la Iglesia Militante, que somos nosotros en la tierra, la Iglesia Purgante, que son las almas en la espera de llegar al cielo y la Iglesia Triunfante, que son los que ya están en la Gloria del cielo.
En la solemnidad del Día de Todos los Santos, en los rezos por nuestros seres queridos en el Día de los Fieles Difuntos y con los altares del Día de los Muertos, lo importante es, según el Padre Alejandro López, “evangelizar y darle el sentido real a las tradiciones”, entendiendo que “la muerte es ese paso hacia la verdadera vida, con el ejemplo de Cristo, que venció a la muerte”.
Significado de los elementos del Día de los Muertos
La Hermana Araceli Lobatón, Directora de Educación Religiosa de la Parroquia del Inmaculado Corazón de María de Fort Worth, da luz al significado cristiano y folklórico de algunos elementos tradicionales de los altares del Día de los Muertos.
La cruz: Es la Cruz de Jesús, que representa el destino de nuestros seres queridos y el de nosotros, con Jesús en el cielo.
Las veladoras: Es la luz de Dios, que guía a las almas de los difuntos hacia Él.
El agua: Significa la purificación y para saciar la sed en su camino hacia el cielo.
Las flores (Particularmente, la flor de cempasúchil): Por su color llamativo y olor profundo, es también una guía para su camino, primero, hacia el altar, y luego de regreso al cielo o al purgatorio.
El incienso: Representa nuestras oraciones elevadas a Dios.
El papel picado: Da un alegre sentido de bienvenida, sobre todo, por sus colores llamativos.
Las fotografías: Para recordar a nuestros seres queridos.
La comida: Para recordar y honrar la vida de nuestros seres queridos con la comida que les gustaba.
El pan de muerto: Simboliza nuestro cuerpo humano y el ciclo de la vida.