Espíritu de servicio
Jim Burkett supo que se llevaría bien con el Padre Eugene Nyong desde el día que lo conoció.
Burkett lleva muchos años como sacristán de la Parroquia de Santa María de Graham. Está acostumbrado a preparar el altar para la celebración de la Misa según las preferencias de cada sacerdote. Cuando el Padre Nyong llegó a la parroquia, Burkett se presentó al recién llegado sacerdote y le preguntó: “¿Cómo le gustaría que se prepare el altar para la Misa?”
El Padre Nyong estiró la mano, tomó el libro de la Instrucción General del Misal Romano y dijo, “Así es como hacemos la Misa. La haremos bien como se debe hacer”.
“Y eso me hace la vida más fácil”, comentó Burkett y sonrió.
El párroco de Santa María y Santa Teresa en Olney celebrará el 14 de septiembre el vigésimo quinto aniversario de su sacerdocio a casi 7,000 millas de la ciudad en que fue ordenado en la Diócesis de Uyo en Nigeria.
A través de esos 25 años el Padre Nyong ha celebrado Misa en varios idiomas: en inglés, español, francés, ngambaye y en su lengua materna, el ibibio. No obstante, la celebra siempre correctamente de manera respetuosa, atenta y reverente.
Explicó: “La liturgia no me pertenece. Es la Iglesia la que me ha dado la facultad de celebrarla y es una celebración pública; no es algo en lo que pueda presentar lo que me apetezca. La gente tiene derecho a una celebración adecuada de la liturgia, por lo que tengo que respetar su derecho”.
Además de adherirse a las normas litúrgicas, sus feligreses pueden confiar en que van a recibir una homilía bien preparada. Padre Nyong dedica mucho tiempo y estudio antes de dar cada homilía, porque “la gente tiene la necesidad y el deseo; las personas tienen derecho a ser alimentadas con la Palabra de Dios. Yo debo prepararme bien para darles ese alimento”.
“Yo me esfuerzo y trabajo duro en ello”, describió. Se pregunta siempre, “¿Cuál es la clave para abrir las Escrituras y recibir el mensaje?” Y una vez que encuentra la clave, le resulta fácil escribir el resto de su homilía.
Vickie Keller, directora voluntaria de educación religiosa de la Parroquia de Santa María, está muy agradecida de las “impresionantes homilías” del Padre Nyong. “Él da siempre en el clavo. Se nota que tiene una fe profunda; nos sentimos muy bendecidos de tenerlo como nuestro párroco”.
No es fácil ver a primera instancia las bendiciones en la vida del Padre Nyong. Los 25 años de sacerdocio del Padre Nyong lo han llevado por experiencias que la mayoría de los sacerdotes diocesanos no experimentan.
Recién ordenado como sacerdote, su obispo lo asignó al trabajo misionero en Chad, donde tuvo que aprender en poco tiempo francés y el idioma local de ngambaye. El país estaba en medio de disturbios civiles. Los rebeldes secuestraron y torturaron a uno de los sacerdotes que trabajaba en la misma catedral que servía de base al Padre Nyong. Otro sacerdote conducía su camioneta cuando los rebeldes se apoderaron de la misma. La seguridad personal del Padre Nyong a menudo estaba en riesgo y admitió que su labor allí fue muy difícil.
Regresó a su propia diócesis luego de cuatro años, donde se topó personalmente con la violencia. Durante un robo a la rectoría, recibió un disparo en la cabeza y la espalda. Aunque una bala pasó cerca de su médula espinal, afortunadamente no resultó lesionado de forma permanente.
Después de varios años en su diócesis, su obispo lo envió a Texas para servir en la ciudad de Austin. Pasó luego a la Diócesis de Fort Worth y su primera asignación fue la de Vicario Parroquial de San Francisco de Asís de Grapevine. Durante su estadía allí viajó a muchas parroquias de la Diócesis para celebrar la Misa.
Al llegar a Graham en el 2016 agregó el español a su banco de idiomas. “Hay que estar siempre dispuesto a aprender, aprender y aprender”, comentó riéndose.
El Padre Nyong es el tercero de siete hijos “en una familia de oración. Mi mamá y mi papá no saldrían para cualquier lugar, ni se acostarían, sin llamarnos a todos a orar en familia”.
Asistió a escuelas católicas locales y él y sus cuatro hermanos fueron monaguillos. Se vestía a veces como sacerdote en su casa e imitaba celebrar la Misa.
Cuando ingresó al seminario menor como estudiante de secundaria para discernir el sacerdocio, le pidió a Dios que hiciera evidente su vocación: si no estaba destinado a convertirse en médico, la señal sería que su calificación de biología no era lo suficientemente alta. Eso fue lo que le sirvió de respuesta a la oración del Padre Nyong.
“Ser sacerdote es servir”, según el Padre Nyong, “Es un llamado. Nadie tiene derecho a ello”.
“Ese espíritu de servicio es importante para mí. Lograr que la gente conozca a Dios, lo acepte, se bautice, eso me da alegría”, aseveró el sacerdote.
Le gusta especialmente que los jóvenes se involucren y se arraiguen en la Iglesia. Los anima a que sirvan como monaguillos después de recibir su Primera Comunión y sirvan como lectores después de la Confirmación.
“Me gusta inspirarlos. No es la Iglesia de mamá o la Iglesia de papá, sino que los jóvenes tienen un lugar dentro de la Iglesia y pueden realizar numerosos ministerios”, agregó.
Olivia Olvera, la Directora de la Pastoral Juvenil y Familiar de ambas parroquias, señaló que el Padre Nyong pasa con frecuencia por las reuniones de educación religiosa o grupos de jóvenes “para que lo vean; para que sepan que él está disponible a escucharles y ayudarles, y que les presta atención. Es un párroco muy bueno”.
Él quiere que todos los feligreses, no importa la edad que tengan, se den cuenta de que “Dios nos ama a todos y cada uno de nosotros sabiendo que somos pecadores, pero aún así nos ama. Con tan sólo estar de acuerdo, aceptar y cooperar con Su gracia, seguimos siendo el pueblo amado de Dios”.
“La fe no es sólo algo que profesamos. Tenemos que vivirla. No podemos desconectar nuestra vida de nuestra fe”, continuó diciendo; y agregó que “Dios es la única fuente de la verdad”.
Las parroquias de Santa María y Santa Teresa celebrarán el 24 de septiembre el ‘sí’ del Padre Nyong con una Misa y una cena en honor a sus bodas de plata como sacerdote y celebrar a su vez el centenario de Santa María como parroquia.