Más que un matrimonio

North Texas Catholic
(27 de junio de 2023) Noticias-Locales

Noe Rosales y Lupita Rosales llevan a cabo un taller sobre el matrimonio y la ruptura de los estereotipos tradicionales dentro de un matrimonio, durante el retiro matrimonial Jornada Familiar, en el Centro de Formación Diocesana en Fort Worth, el sábado 25 de marzo. (NTC/Ben Torres)

Hoy en día pareciera que, para nuestra sociedad tan secularizada, el matrimonio no es más que la coronación que la pareja se merece tras haber mantenido vivo el romance por algunos años, o la etapa que necesariamente debe seguir al noviazgo, o sencillamente la vida en común que inicia tras una ceremonia nupcial.

De ahí lo importante de resaltar es que para nosotros el Matrimonio no es única y simplemente un acuerdo social ni un contrato legal. Es un Sacramento. 

Como lo mencionábamos antes, en la actualidad se percibe al matrimonio como un estado civil al que se llega cuando uno se vuelve adulto, cuando la relación ha llegado a su madurez, cuando los novios pueden verse juntos por el resto de sus vidas, o cuando la convivencia y los puntos en común permiten ver en el horizonte un futuro predecible de reciprocidad y mutua satisfacción. No me malentiendan. Las razones antes enumeradas tienen cierto sentido. Es más, dada la superficialidad y banalidad con la que hoy se concibe el matrimonio, ojalá y muchos de quienes se casan lo hicieran por razones semejantes… y no por sentimentalismo, superficialidad, ansiedad, insatisfacción, aburrimiento, egoísmo, inseguridad o interés materialista.

Lo que quiero decir es que, por encima de toda noción incluso sensata del matrimonio, para nosotros el Matrimonio es un Sacramento. ¿Qué quiere decir esto? La palabra misma lo dice: sacra-mento. El Matrimonio hace referencia a algo ‘sagrado’, a algo que tiene que ver directamente con Dios. 

¿Grandioso, cierto? ¡Algo que parece ser únicamente asunto de hombres, para nosotros hace referencia también a Dios! Es Dios —Padre, Hijo y Espíritu Santo— quien da un nuevo y originalísimo sentido al Matrimonio. De hecho, es Dios mismo quien lo instituyó.

 

La hermana Diana Rodríguez, HCG, dirige una charla durante el retiro “Mujer de Fe” el 6 de mayo en el Centro de Formación Diocesana. (NTC/Juan Guajardo)

El Matrimonio contiene un significado profundamente vocacional
Reza así un fragmento de Isaías: “Así es toda palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y prosperará en aquello para que la envié” (Is 55:11)

Pensemos en nuestro matrimonio. Dios con su palabra nos llamó a la existencia con la única finalidad de un día volver a Él. Nuestro esposo es el instrumento más precioso con el que contamos para no solo no volver a Dios vacíos, sino principalmente para hacer su voluntad y prosperar en aquello para lo que Dios nos envió. 
¡Qué bella la luz que irradia este pasaje sobre nuestra imagen del matrimonio! ¿cierto? Mi esposo no es alguien a quien por suerte conocí, de quien por suerte me enamoré, con quien por suerte me casé y con quien por suerte quizá y hasta ya formé una familia.

No. Por el contrario, Dios tuvo a bien llamarme a mí — a ti, a cada uno de nosotros — a encontrarnos con Él a través del compañero de vida que un día conocimos, del cual nos enamoramos, con quien nos casamos y con quien quizá ya incluso hemos formado una familia, gracias al plan concreto por el que Dios nos fue guiando misteriosa y amorosamente.

 

La gracia que Dios derrama a través del Sacramento da al Matrimonio un carácter virtuoso y santo
Dice así la Carta a los Efesios: “Y así les sea dado a comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo… que supera todo conocimiento para que puedan así recibir la plenitud de Dios” (Ef 3:18).

Si de por sí estas palabras son ya inspiradoras, cuánto más lo son si se las considera en el contexto particular del Matrimonio. Me explico. En esta carta, Pablo expresa su más íntimo deseo y la más alta vocación a la que tú, yo, cada uno de nosotros — lo mismo que la comunidad de Éfeso — debemos aspirar en la vida: conocer en plenitud el amor de Cristo.

¡Es en gran parte a través de la alianza de amor que estableciste con tu esposo que él podrá conocer la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo! Vaya reflexión tan profunda y quizá hasta abrumadora. Los esposos estamos llamados a experimentar el uno en el otro el amor de Cristo. ¡Vaya compromiso y responsabilidad! No por nada un matrimonio vivido a fondo se convierte en un verdadero gimnasio de virtud y de santidad. Amar a nuestro esposo como Cristo lo ama, no es un cometido fácil, por lo que requiere ejercicio de virtud constante, oración, fe, petición incesante de la gracia, etc. 

 

Jorge Alvarado escucha un presentador durante el retiro de Hombre de Fe organizado por la Oficina del Ministerio Hispano el 3 de junio en el Centro de Formación Diocesana. (NTC/Juan Guajardo)

El Matrimonio tiene una finalidad  salvífica
En un bellísimo párrafo al respecto, el Vaticano II se expresaba así: “La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar” (GS 47,1)

Para nosotros, el Matrimonio no es algo temporal, pasajero e intrascendente. Por el contrario, tiene implicaciones eternas.

El amor de Cristo —del cual participan los esposos y que emana de estos — tiene el poder de unir a los distintos miembros de la familia, convirtiéndola en una comunidad. Una unidad hecha de muchos que comparten las alegrías y las penas, que se ayudan mutuamente en la búsqueda de la santidad, que se apoyan fraternalmente superando los retos de la vida y que finalmente aspiran a encontrarse un día con Dios.

Espero que las presentes reflexiones te ayuden a redescubrir lo que para nosotros como católicos representa el Matrimonio y a renovar tu fe en Dios quien te llamó a encontrarle a través de tan sublime Sacramento. Dios, en su infinita grandeza nos eligió por el Bautismo y nos regaló gratuitamente el don de la fe por el que somos capaces de ver más allá de las apariencias e internarnos en la intimidad del amor de Cristo manifestado en el Matrimonio.

Si deseas vivir en plenitud tu vocación de esposo católico; o si estás buscando una oportunidad para renovar tu matrimonio, el Ministerio Hispano de la diócesis de Fort Worth ofrece retiros con este propósito. Por cierto, en mayo tuvo lugar un retiro para mujeres y en junio habrá uno para hombres. La Diócesis también ofrece clases de Crecimiento Matrimonial y de Preparación para el Matrimonio. 

Para más información favor de contactar al , Director del Ministerio Hispano al 817-945-9366 o visite nuestro sitio web fwdioc.org/ministerio-hispano.

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