Ejemplos ante la adversidad

North Texas Catholic
(Sep 9, 2024) Noticias-Locales

El candidato al diaconado Guillermo Muñoz durante la Misa de Ordenación Diaconal el 21 de junio en la Parroquia Vietnamese Martyrs en Arlington. (NTC/Juan Guajardo)

Los tres nuevos diáconos provienen de trasfondos y culturas diferentes, y poseen experiencias de vida muy variadas. No obstante, estos hombres llenos de fe, que fueron ordenados el 21 de junio por el Reverendísimo Obispo Michael Olson al Orden Sagrado del Diaconado en la Parroquia de Vietnamese Martyrs, comparten un rasgo común – la resiliencia.  

Scott Alan Elder, Guillermo Muñoz Medina y Alan Hung Vu son miembros de la clase de diáconos permanentes del 2024 y sobrepasaron innumerables vicisitudes durante sus años de formación. Perseveraron a lo largo de la pandemia de COVID; y superaron el fallecimiento de un compañero de clase, una tragedia familiar y el tratamiento contra el cáncer de un ser querido.

Tras numerosas dificultades, los diáconos permanentes recién ordenados están listos para el ministerio, asegura el Diácono Rodney Asebedo, el Director de Formación Diaconal.

“Pese a que se trata de una clase pequeña, están bien preparados”, añade el Diácono Asebedo. “Se nota que el Espíritu Santo ha estado obrando en ellos para ejercer su ministerio de servicio en la Iglesia”.

Los diáconos participan del Sacramento del Orden Sagrado con los obispos y sacerdotes. Pueden proclamar el Evangelio, predicar, bautizar, presidir las liturgias, presenciar matrimonios y dirigir velorios o sepelios. Como ministros de la caridad, los diáconos ayudan a identificar las necesidades de los fieles en su comunidad y utilizan los recursos de la Iglesia para atenderlas.

El Obispo Olson describió en su homilía, pronunciada ante más de quinientas personas que asistieron a la Misa de Ordenación, cómo el sagrado ministerio de los diáconos permanentes hace brillar la luz del Evangelio.

 

Diácono Guillermo Muñoz

Elizabeth Chanoine, la Directora de Servicio a la Comunidad de la Parroquia de St. Michael, consultaba a menudo a Guillermo Muñoz, que es el Coordinador de la Pastoral Hispana de la parroquia. 

“Él ama a la gente y le encanta ayudarla”, apunta la compañera de trabajo de Muñoz. “Cuando llegan con algún problema, Guillermo sabe escucharlos. Puede brindar servicios fácilmente tanto a las comunidades de habla inglesa como a las de habla hispana”.  

Muñoz es originario de Juárez, Chihuahua, México. Se interesó por primera vez en el diaconado mientras servía en varios ministerios junto a su esposa, Patty, en la Parroquia de St. Francis of Assisi de Grapevine. El riguroso programa de clases y estudio no estuvo exento de desafíos personales para el graduado de la escuela de derecho. Durante las primeras semanas de la pandemia de COVID, su hijo, Christian, fue diagnosticado con cáncer y comenzó el tratamiento en Houston.

“Tuve que dejar las clases de formación”, explica Muñoz, a quien se le permitió reincorporarse al programa tres años más tarde. “Manejar un trabajo a tiempo completo, la familia y los estudios no ha sido fácil, pero con la ayuda de Dios, todo es posible”.
El nuevo diácono fue asignado a la Parroquia de Most Blessed Sacrament de Arlington; y espera catequizar, evangelizar y servir en las misas.
“Creo que mi llamado es ayudar a todos mis hermanos y hermanas necesitados, ya sea que estén enfermos o en prisión”, afirma. “Quiero estar allí para ellos”. 

 

Diácono Scott Elder

Scott Elder, que fue criado en la Iglesia Bautista, no sabía mucho sobre la Iglesia Católica hasta que conoció en la universidad a su esposa, Carol. Luego de convertirse al catolicismo en el 2005 se involucró activamente en su parroquia, Our Lady of Lourdes de Mineral Wells. Al asistir a un retiro de ACTS dirigido por dos diáconos se despertó en él el deseo de seguir su ejemplo de servicio.

“Carol y yo oramos y conversamos mucho sobre ello; y acordamos que el diaconado era un buen camino para nosotros y nuestra familia para servir a Cristo”, explica. “Mis padres son cristianos y están encantados de que yo fuera llamado a servirle”.

La formación para el diaconado llegó en un momento de inmenso dolor para Elder, su esposa y sus dos hijas. Durante el segundo año de formación, el hijo de 21 años de la pareja, Zach, que cursaba su último año en la Universidad Texas A&M, murió en un accidente automovilístico.

“Tuve la bendición de estar en el programa durante ese tiempo porque me dio las herramientas para ayudar a mi familia y a mí mismo”, agrega.

Carol calificó a su esposo como una persona bondadosa que tiene un “gran corazón para Dios y los demás”. Ella señala que perder a su hijo es una experiencia que el nuevo diácono está dispuesto a compartir con otros padres que también han perdido hijos.

“Sé que la compasión que nos mostraron fue importante, y ahora él podrá transmitirla a los demás”, añade.

El Diácono Elder prestará servicios en la Parroquia de Our Lady of Lourdes.

 

Diácono Alan Vu

Un encuentro casual con el Obispo Olson marcó el comienzo del camino de Alan Vu hacia el diaconado. La conversación duró sólo unos minutos, pero fue suficiente tiempo para que el Obispo le ofreciera palabras de aliento sobre el ingreso al programa de formación.

“La formación para el diaconado realmente formó y cambió mi vida”, comparte el feligrés que lleva mucho tiempo en la Parroquia de Vietnamese Martyrs. “Me enseñó a ver la presencia de Dios en todo y en todas las personas que me encuentro”. 

Hubo muchos desafíos durante los años de estudio y discernimiento, incluida la pérdida a mitad del proceso de uno de los compañeros de clase a causa del cáncer.

“Recordamos todavía a Marc Dabal y oramos por él”, señala Vu. “Hubo dificultades, pero mediante la oración y la providencia de Dios, nuestra formación se completó”. 

Vu es oriundo de Vietnam, en donde sirvió como monaguillo de joven. Llegó a los Estados Unidos a principios de los años 90 y obtuvo un título en ingeniería eléctrica de la Universidad Texas A&M. Él y su esposa, Ching Hoang, tienen tres hijos.

Sus hijos admiran la gran dedicación que su padre tuvo siempre al plan de estudios durante su formación.

“A menudo, durante el año escolar yo me iba a dormir y él todavía estaba despierto estudiando”, comenta Kevin, el hijo de 16 años de Vu. “Realmente lo admiro por eso. Creo que siempre estará involucrado en la Iglesia, trabajando duro para seguir la palabra de Dios”.

El Diácono Vu espera poder ayudar en la misa y otras liturgias de la Parroquia de St. Vincent de Paul de Arlington. 

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