Jóvenes buscan vivir su fe, viendo a Cristo en los ojos del prójimo
Esmeralda Valle, de 25 años, en lugar de quedarse durmiendo un rato más, al aparecer los primeros destellos de luz del domingo 14 de julio comenzó a preparar, junto con otros cinco jóvenes, cientos de bocadillos y hot dogs. Se encontraron luego con otros quince jóvenes para entregar un total de cuatrocientos desayunos para personas sin hogar en las cercanías del centro de Fort Worth.
Se trata del Grupo Juvenil Génesis de la Parroquia de St. Jude de Mansfield, que por tercera vez brinda alivio y ayuda a las personas sin hogar, junto con el equipo coordinador de la Pastoral Juvenil Hispana diocesana.
“En el sufrimiento de los demás, entiendes muchas cosas”, señala Deicy Martínez, 33, la coordinadora de la Pastoral Juvenil Hispana de la Diócesis de Fort Worth. “Dios nos llena de muchos dones para poder dar y servir”. Ver que un grupo de jóvenes tiene la disposición de entregar su tiempo y trabajo para ayudar al prójimo, habla del impacto que el encuentro con Dios ha tenido en ellos”, agrega Martínez.
Además de los retiros, campamentos y rosarios comunitarios que se celebran para impartir formación espiritual, y en los que participan hasta 150 jóvenes en cada evento, la Pastoral Juvenil Hispana de la Diócesis de Fort Worth busca trabajar mano a mano con cada uno de los seis grupos juveniles parroquiales que hay en la Diócesis para que salgan “de las cuatro paredes” de sus parroquias y realicen obras de caridad y hagan voluntariado.
Cada grupo juvenil organiza y coordina la actividad que desea realizar y cuenta en todo momento con el apoyo de los seis integrantes del grupo coordinador de la Pastoral Juvenil Hispana, explica Martínez.
Esmeralda Valle, que es la coordinadora del grupo Genesis, describe como “una bendición” el apoyo del equipo coordinador. “Sabemos que somos parte de la Pastoral, pero ver que están ahí pendiente de nosotros, y que trabajan con nosotros desde la preparación hasta la repartición, nos llena de alegría y nos motiva a seguir haciendo estas obras,” agrega Valle, cuya inspiración son las palabras del Papa Francisco, “el joven no es el futuro, sino el presente.”
Carlos Balderas, 28, el coordinador de logística de la Pastoral Juvenil Hispana, dice que ésta fue la primera oportunidad de salir a la periferia y ayudar a repartir comida, por lo que expresa que “ver lo agradecido que estaban las personas con lo poco que pudimos ofrecerles nos hace ser más agradecidos de las comodidades que tal vez damos por sentado,” asevera Balderas. Él se integró este año al equipo de coordinación de la Pastoral Juvenil Hispana, la cual, según sus propias palabras “ha fortalecido mi fe y he aprendido más de mi religión y, lo más importante es que he podido compartirlo con más jóvenes,” añade.
Por su parte, el grupo juvenil “Juntos con Jesús” de la Parroquia de St. Matthew de Arlington visita cada mes pacientes con enfermedades terminales, gracias al apoyo del ministerio de oración de su parroquia que tramitan los permisos necesarios, explica Martínez. “Conocerlos, compartir y cantarles representa sentir la realidad de lo que es estar alejado de los demás”, señala.
“Los jóvenes están buscando qué hacer con su vida y están buscando una guía y se acercan a la Iglesia,” afirma al hablar sobre la importancia de ser una pastoral preparada. “Nuestra tarea es que pierdan el miedo” a la crítica social, y que sepan que la Pastoral Juvenil Hispana existe y que se ofrece en español. Indica que cuenta siempre con la supervisión y guía del Diácono Rigoberto Leyva, el Director del Ministerio Hispano de la Diócesis.
“Nos queremos formar para ayudar mejor,” afirma al referirse a la formación de justicia social que la Diócesis imparte, y que tomarán en los próximos meses.
Los seis miembros del equipo coordinador asistieron el pasado junio al Programa Nacional de Liderazgo Católico del Instituto Fe y Vida, que se llevó a cabo en la Universidad Parkway en Illinois.
Karla Silva, 26, la subcoordinadora de la Pastoral Juvenil Hispana, apunta que fue una semana intensa de formación en la que aprendieron, se motivaron y valoraron los esfuerzos y el apoyo de la Diócesis, que le facilitaron asistir al programa.
“Me abrió los ojos,” apunta Silva, “conocer estrategias prácticas en cuanto a la estructura de una pastoral y de un grupo, además de escuchar las experiencias de otros líderes, nos dio la confianza de decir “ya sé qué hacer” y poder compartirlo con los coordinadores de cada grupo”, dice. Asegura que mantenerse cerca de los grupos es clave “para que haya unidad, ver sus necesidades y atenderlas; y ayudarlos a comprometerse con su fe y ponerlo en práctica.”
La meta es “ver que cada coordinador dirija su grupo con confianza y que esté preparado; y que sean líderes bien formados. Porque todo viene de arriba y este entrenamiento nos hizo ver eso”, explica Silva. Agrega que este entrenamiento le dio la certeza de “tomar mi fe en serio y no ser tibia; ser comprometida con mi fe y vivirla de la mejor manera”; y ayudar a implementar el Círculo Pastoral, un proceso vivencial de fe que consiste en los siguientes pasos: ser, ver, juzgar, actuar, evaluar y celebrar.
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