¿Que enseña la Iglesia sobre el aborto?
Hace siglos, una joven embarazada emprendió un viaje. Probablemente estaba nerviosa y asustada, porque su embarazo era inesperado, escandaloso, y misterioso. La joven llegó a la casa de su prima, donde esperaba encontrar acogida y comprensión. Y fue recibida no solo por su prima, sino también por otro que "saltó en el vientre de su prima" con alegría.
La primera persona en regocijarse en la presencia de Jesús fue un niño no nacido.
Irónicamente, a medida que el aborto se ha convertido en algo común en la vida estadounidense, nuestra comprensión de la realidad de la vida dentro del vientre ha crecido. Los padres pueden ver a sus hijos moverse, dormir, y chuparse el pulgar en el útero, en tiempo real, gracias a la tecnología de ultrasonido en cuatro dimensiones.
La supervivencia de un bebé fuera del útero es posible en etapas cada vez más tempranas del embarazo — tan pronto como a las 21 semanas en algunos casos — y se están desarrollando nuevos tratamientos para garantizar la salud de estos niños tan pequeños. En los últimos años, la cirugía en niños aún en el útero para corregir la espina bífida, la hidrocefalia, obstrucciones respiratorias, y otros problemas se ha vuelto más común, sofisticada, y segura.
La sensibilidad de nuestra cultura a los efectos del estilo de vida de una madre en su hijo no nacido también ha aumentado. Se desaconseja a las futuras madres fumar, beber alcohol, o consumir drogas, y se anima a los padres a interactuar con su hijo no nacido a través de la conversación y la música.
Vale la pena reflexionar profundamente: ¿Qué tipo de sociedad se esfuerza tanto en cuidar a los niños no nacidos, pero al mismo tiempo declara que no tienen derecho a la vida?
La Iglesia Católica enseña hoy lo mismo que ha enseñado durante dos mil años: La vida humana comienza en la concepción y cualquier participación deliberada en el asesinato de esa vida indefensa es un pecado mortal.
El aborto es la destrucción intencional y deliberada de la vida humana en el útero. A veces, las perdidas espontáneas se denominan "abortos espontáneos", pero son diferentes de lo que usualmente llamamos aborto. Una perdida espontánea ocurre sin intervención humana de ningún tipo. Cuando la vida de un niño no nacido es tomada deliberadamente por otro ser humano, eso es un "aborto inducido". Cuando la gente habla de "aborto", esto es a lo que se refieren. De hecho, los informes estadísticos sobre el aborto excluyen las perdidas espontáneas.
Los abortos se realizan de diversas maneras. Un aborto químico resulta de tomar medicamentos recetados para terminar un embarazo humano. El fármaco RU-486 es una de las formas más comunes de aborto químico y se administra en las primeras etapas del embarazo. El aborto mediante medicación representa más de la mitad de todos los abortos en Estados Unidos.
Mientras tanto, el aborto quirúrgico implica aplastar o desmembrar al niño en el útero. La práctica llamada "aborto por nacimiento parcial", que consiste en succionar el cerebro de un niño parcialmente sacado del útero, fue prohibida mediante una ley federal de 2003, pero otros medios de aborto tardío, como los abortos con solución salina, siguen siendo legales.
Independientemente de en qué etapa del embarazo se realice un aborto, hay consecuencias físicas. Décadas de investigación médica indican que los abortos inducidos pueden estar asociados con una mayor incidencia de infertilidad y problemas en futuros embarazos.
También hay consecuencias emocionales. La muerte de un hijo es una de las experiencias más devastadoras que cualquier padre puede soportar. Ya sea que la pérdida ocurra a través de una perdida espontánea, un nacimiento sin vida o después de que un niño haya nacido, el dolor que sienten los sobrevivientes es profundo y doloroso. El aborto tiene el mismo efecto, con la dimensión añadida de la culpa por el papel que se ha tenido en la muerte de un hijo. Tarde o temprano, las madres, los padres, los abuelos, y los amigos se enfrentan a la pérdida de un hijo que nunca conocerán.
En cualquiera de estas situaciones, todos necesitamos tener la certeza del amor y la misericordia de Dios. Cuando nosotros o aquellos que amamos enfrentan estos sentimientos de dolor y culpa, debemos saber que Cristo está listo para recibirnos a través de su Iglesia, por medio de programas como Proyecto Raquel, a través de su presencia en los sacramentos, especialmente en la reconciliación y, una vez que nos hemos reconciliado, en la Eucaristía.
La mayoría de nosotros conocemos los hechos esenciales sobre la vida no nacida y el aborto. En nuestros corazones, sabemos que es algo trágico y terrible. No nos gusta ver fotografías de los restos de niños abortados. Ni siquiera nos gusta decir la palabra "aborto" o mencionarlo en una conversación educada.
Sabemos todo esto, pero a veces el miedo, la vergüenza, el orgullo, y la desesperanza nos desaniman para hacer lo que sabemos que es correcto.
¿Cómo podemos profundizar y encontrar el valor para vivir según nuestras convicciones? Jesús tiene la respuesta. Nos parece imposible hacer muchas cosas por nosotros mismos, pero no hay duda de que con Dios "todo es posible". Cuando vemos situaciones aparentemente imposibles, a través de los ojos de Dios, encontramos el valor para elegir la vida.
Por Jessica Keating y Amy Welborn de OSV News.