Rompiendo las cadenas de las adicciones para ser mejores padres
Este mes celebramos el día de los padres y quisiera compartir algo que recientemente me pasó relacionado a este tema.
Hace algunas semanas recibí una llamada de una joven adulta, invitándome a cantar en una fiesta de cumpleaños de sus padres que justamente cumplían años el mismo día. El padre cumplía 60 y la madre 56. Con nuestro grupo Voces de Los Andes, mis hijos y algunos amigos a veces tocamos música andina en eventos culturales y normalmente no amenizamos fiestas privadas. Pero, esta vez la persona que me llamó me dijo que estaba muy envuelta en una parroquia, que me conocía, quería darles algo muy especial a sus padres y que al final quería que les cantará un par de canciones religiosas por lo que hice una excepción, y acepté.
Hay una frase que dice que no hay coincidencias sino “Diosidencias”. Yo me llevé una gran sorpresa, cuando al llegar a cantar a la fiesta de cumpleaños, me encontré con una cara muy familiar. Don José, quien era el homenajeado, había asistido a un retiro para hombres, Cámbiame a mí Señor, de la diócesis de Providence en el año 2007.
Él me reconoció, se alegró en verme y conversamos bastante. Él me dijo: “Cuando fui al retiro, estaba al borde de la muerte por una adicción al alcohol muy fuerte que casi completamente destruyó mi vida”.
Muchas veces servimos en la Iglesia de corazón, pero no llegamos a ver los frutos de nuestra labor. En este caso, para mí fue una gran alegría y bendición poder escuchar el testimonio de don José. Él me compartió cómo ese retiro fue el comienzo de una transformación en su vida, y aunque le costó bastante dejar el alcohol, ese retiro tuvo un impacto muy grande en él, iniciando un cambio en su vida. Llevaba diez años sin tomar.
Con mi hijo Alex, cantamos algunas canciones andinas y al final le cantamos la canción “Nadie te ama como yo”, que fue un pedido especial de su hija.
Al final le cantamos también el feliz cumpleaños y él dirigió algunas palabras a todos sus hijos nietos y amistades reunidos, compartiendo su testimonio y como el alcohol casi había destruido su vida, invitando a sus familiares a que se acerquen a Dios y que eviten los malos caminos de las adicciones que pueden destruir a sus familias.
El testimonio de José me conmovió y me hizo reflexionar en mi propia vida, ya que crecí también con un padre que abusaba del alcohol y me dejó malos recuerdos de mi niñez.
También me recordó que hace dos semanas tuvimos el más reciente retiro diocesano Cámbiame a mí Señor, al cual fueron bastantes jóvenes. Teníamos como 40 participantes y en una presentación que a mí me tocó facilitar, compartí mi testimonio de vida y como sufrí mucho en mi niñez, por la adicción al alcohol que tenía mi papá.
Les conté como a los 13 años, tuvimos un conflicto muy grande porque él se ponía violento cuando estaba bajo los efectos del alcohol, y cómo por defender a mi mamá tuvimos un conflicto en el que yo le falté el respeto; llevando a que yo ya no pude vivir más en casa. Tenía temor de que pudiera pasar una tragedia y después de hablar con mi mamá, decidimos que lo mejor era que yo me fuera a vivir con mi abuelita.
Pasé los cuatro años de mi escuela secundaria con ella y de allí partí para Córdoba, Argentina; donde estuve estudiando ingeniería electrónica e ingeniería de sistemas por cuatro años más, para luego emigrar a los Estados Unidos.
A veces escuchaba historias de mi papá que continuaba abusando del alcohol y hacía sufrir mucho a mi mamá y a mis hermanos. Un día, para tratar de cambiar y como una última oportunidad para salvar a su familia, se vino a vivir a los Estados Unidos allá por el año 1989.
Poco a poco fue dejando el alcohol y también hizo el retiro Cámbiame a mi Señor. Eso le ayudó a acercarse más a Dios y estuvo cantando en el coro conmigo por cerca de 15 años.
Muchas cosas pasaron después. Mis padres se separaron, él se volvió a casar y al jubilarse regresó a su país Bolivia donde años después tuvo un fuerte episodio de diabetes que lo dejó con algunas limitaciones físicas.
Cuando surgió la pandemia del COVID, mis hermanos y yo lo trajimos a vivir de vuelta con nosotros porque teníamos miedo por su salud. Hace un par de años le dieron tres embolias y desde entonces su salud ha ido declinando.
Cuándo era más joven tenía bastante resentimiento con mi papá por lo que había pasado durante la niñez, pero llegó un momento en que pude perdonarlo y ahora que él está en los años de vejez y con su salud cada vez más frágil, me toca a mí estar pendiente de él junto con mi hermano menor y muchas veces cuidarlo, y llevarlo a sus chequeos médicos. Poco a poco, hemos construido una mejor relación que lamentablemente no la teníamos cuando yo era niño.
Cuando tuve que dejar mi casa a los 13 años, me hice la promesa de qué algún día cuando yo tuviera mi propia familia; mis hijos nunca me iban a ver borracho. Gracias a Dios, hasta ahora he podido cumplir esa promesa.
Mi testimonio pudo ayudar a otros participantes del retiro a reconocer sus propias cruces y varios se acercaron a mí al final expresando que ellos también querían cambiar por sus hijos.
Al celebrar el Día del Padre, mi mensaje para nuestros lectores es que nosotros no escogemos la familia de dónde venimos, pero sí tenemos control sobre la familia que podemos construir. Muchos tal vez venimos de familias rotas, donde ha habido generaciones de adicciones o violencia, pero con la ayuda de Dios; podemos superar esas situaciones y darles un mejor ejemplo a nuestros hijos y nietos.
Demos gracias a Dios por oportunidades como los retiros kerigmáticos que existen en muchas diócesis que ayudan a muchos hombres a cambiar sus vidas, desarrollar una relación personal con Jesús y poco a poco convertirse en mejores padres, esposos y hombres de fe.
Acerquémonos a una comunidad parroquial y busquemos oportunidades de crecer en nuestra fe, rodeándonos de personas positivas que estén buscando acercarse a Dios y darles un buen ejemplo a sus hijos; e invitemos a los que están sufriendo adicciones a retiros donde puedan darle un cambio positivo a sus vidas.
Silvio Cuéllar es un escritor, compositor de música litúrgica y periodista