Unidos a Dios: Verónica y Joel Plasencia comparten la importancia de una fe viva
En su exhortación apostólica Amoris Laetitia, el Papa Francisco introduce el concepto de panta hypoménei, que se trata de un amor que sobrelleva las pruebas y supera las contrariedades de la vida con espíritu positivo. Lo describe como un amor que se mantiene “firme en medio de un ambiente hostil” y que manifiesta “potencia en contra de toda corriente negativa, una opción por el bien que nada puede derribar”. (118)
Joel y Verónica Plasencia, feligreses de la Parroquia de St. George desde hace mucho tiempo, han enfrentado muchas pruebas que le han llevado a comprender más profundamente el concepto de panta hypoménei. Reflexionan juntos cómo Dios los condujo el uno al otro y cómo han compartido el amor de Dios con sus cinco hijos y los demás.
UN COMIENZO DIFÍCIL
Joel fue criado como católico, pero se alejó de su fe después del trágico asesinato de su esposa embarazada y la muerte de su madre por cáncer apenas un par de meses después. Sintiéndose abandonado por Dios, abrazó el ateísmo, las drogas, las bebidas alcohólicas y la violencia por alrededor de diez años.
Durante una segunda sentencia de encarcelamiento en ese período oscuro de su vida, Joel redescubrió su fe con la ayuda de un sacerdote visitante y la confesión. Por primera vez en muchos años, Joel oró pidiendo ayuda para cambiar su vida. Prometió dedicar su vida a Dios, si se encontraba una manera de evitar la sentencia de 30 años que enfrentaba.
En lo que él cree fue una intervención divina, todos los cargos en su contra fueron retirados en las siguientes audiencias judiciales y su caso fue desestimado. “Yo salí de la prisión y derechito, fui a misa; quise regresar a la iglesia porque Dios cumplió”, afirma Joel. Durante el año siguiente, oró constantemente y sintió otro milagro cuando Dios lo ayudó a superar sus adicciones con facilidad.
ROMANCE DE LA RADIO
Verónica se crió en una familia católica tradicional en Monterrey, México. Mientras visitaba a un primo en Fort Worth, escuchó su nombre en relación con el de Joel durante la dedicación de una canción en la radio. Asumiendo que era una broma, le dedicó una canción a Joel a cambio.
Siguieron dedicándose canciones uno al otro por la radio, hasta que finalmente, la locutora de radio le dio el número de Verónica a Joel. Esa noche, Joel le rezó a Dios para conseguir una esposa.
“Había pedido a Dios que me quitara mi adicción a las drogas, el alcoholismo, la ira y el rencor, pero aún no había orado para que me ayudara con las mujeres”, explica. Una vez que se conectaron, tuvieron largas conversaciones telefónicas. Pasó un mes antes de que se conocieran cara a cara por primera vez. Verónica lo describe como “amor a primera vista”, pues sintió inmediatamente una conexión profunda con Joel a diferencia de cualquier novio anterior.
Se conocieron en octubre del 1998 y se casaron en Monterrey en octubre del 1999 en la parroquia de la infancia de Verónica.
LLAMADO A UNA FE VIVA
Verónica dio a luz a tres hijas en los siguientes tres años. Mientras criaban a sus hijas, Joel alimentó la fe de su familia y afirma que “No me había olvidado de lo que le dije a Dios, ‘Te entrego mi vida’”. Por eso, Joel nunca faltaba a la misa dominical.
Un día, él caminaba con su familia hasta la Parroquia de St. George cuando el párroco de ese tiempo, el Padre Thu Nguyen, le dijo en voz alta: “¡Oye, tú! ¿Qué estás haciendo? ¡Tus tatuajes! ¿Qué es eso?” Sorprendido, Joel le explicó al sacerdote su historia y que sus tatuajes representaban dificultades pasadas. El Padre Nguyen respondió: “Oh, ¿crees en Dios? ¿Es fuerte tu fe? Pues, vas a trabajar con adolescentes y compartir tu historia”.
Este encuentro inspiró a Joel a unirse al ministerio Life Teen de St. George y lo motivó a seguir profundizando en su fe. Comprendió mejor lo que significaba participar activamente en la parroquia y trabajar activamente para difundir las enseñanzas del evangelio, y leer la Biblia. Ya no se trataba sólo de asistir a misa.
EL PODER DE LA ORACIÓN
A medida que Joel se involucró más en la iglesia, Verónica comenzó a resentirse con él por pasar tanto tiempo fuera de casa. “Luego él llegaba a casa y no hablaba por estar cansado y haber estado hablando tanto allá; y eso me caía gordo a mí”, apunta Verónica. Un día, abrumada por la frustración, recuerda que Joel tomó sus manos y le dijo: “Mi amor, por favor, vamos a orar”.
Al principio se resistía, pero finalmente se unió a él para rezar el Padre Nuestro. “Mientras orábamos, sentí que algo se me quitó dentro de mí; algo fuerte, pesado y feo, y cuando terminé el Padre Nuestro, me sentí bien relajada, así como bien tranquila y me llené de paz”, señala Verónica. Esta experiencia renovó su compromiso con Dios y con Joel. Los dos aprendieron a llevar su enojo y resentimiento a la oración y la confesión.
Con su fe y compromiso fortalecidos, la pareja tuvo dos hijos más.
EL SECRETO PARA UN MATRIMONIO DURADERO
Los Plasencias disfrutan ver a parejas ancianas agarradas de la mano en la misa. A veces, Joel busca consejos sobre el matrimonio de ellos. “Les pregunto, ‘¿Cuál es su secreto?’ y muchos dicen, ‘El divorcio no es una opción’”, recordó Joel.
Ellos atribuyen esta sabiduría como esencial para navegar por los altibajos de la vida, sabiendo que su matrimonio no involucra sólo a ellos dos, sino a tres. “Dios ha estado siempre ahí; no sé cómo nos la habríamos arreglado de otra manera”, dice Verónica.
CELEBRANDO 25 AÑOS
A medida que se acercaba su aniversario de plata, Joel y Verónica consideraron una pequeña ceremonia de renovación de los votos y una misa con sus cinco hijos y familiares cercanos. En cambio, se dirigieron al hospital para estar con su hija mayor, que dio a luz a la primera nieta la mañana después del aniversario de plata.
“El regalo que recibimos por nuestro 25 aniversario fue nuestra nieta”, agrega Joel.
EDUCADOS EN LA FE
Los cinco hijos de la familia Plasencia asistieron a la escuela de St. George para recibir su educación primaria, pero la pareja está de acuerdo en que es igualmente importante que los niños vean que sus padres viven y mantienen la fe.
“Podemos brindarles a nuestros hijos toda la fe que queramos”, observa Joel. “Pero si los papás no están viviendo y practicando la fe, es como la parábola de cuando Jesús tiró las semillas… el mensaje no durará mucho”.
Además de trabajar en el ministerio de Life Teen, la pareja participa del ministerio de Parent Life, donde los padres aprenden sobre la fe al mismo tiempo que lo hacen sus hijos. Esta participación ha ayudado a Joel y Verónica a encontrar una comunidad de adultos con ideas afines que comparten sus valores y el amor hacia Dios.