El Espíritu Santo defiende y consuela a quienes invocan su ayuda
CIUDAD DEL VATICANO — El Espíritu Santo consuela, defiende y corrige con ternura a quienes acuden a él y lo escuchan, dijo el Papa Francisco.
El Espíritu Santo "no es un huésped de paso que viene a hacernos una visita de cortesía. Es un compañero de vida, una presencia estable" que "desea morar en nuestros espíritus", dijo el 14 de mayo.
"Es paciente y está con nosotros incluso cuando caemos", dijo el Papa. "No finge querernos para luego dejarnos solos en medio de las dificultades. No. Él es fiel, es transparente, es auténtico".
Antes de recitar la oración del mediodía "Regina Coeli" con unas 25,000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco habló sobre la lectura del Evangelio del día, Juan 14:15-21, en la que Jesús habla del Espíritu Santo como abogado y consolador.
"El Espíritu Santo nunca nos deja solos, está junto a nosotros, como un abogado que asiste a la persona acusada, estando a su lado", dijo el Papa. "Y nos sugiere cómo defendernos de quienes nos acusan".
"Recordemos que el gran acusador es siempre el diablo, que pone dentro de uno el deseo del pecado, los pecados, la maldad", añadió.
En los momentos difíciles, dijo, "el Espíritu Santo nos consuela, trayéndonos el perdón y la fuerza de Dios. Y cuando nos pone ante nuestros errores y nos corrige, lo hace con suavidad: en su voz, que habla al corazón, están siempre presentes el timbre de la ternura", con el calor del amor que habla al corazón.
Como un verdadero amigo, el Espíritu no oculta la verdad y "sugiere qué cambiar y cómo crecer", dijo el Papa. "Pero cuando nos corrige jamás nos humilla y nunca infunde desánimo; por el contrario, nos transmite la certeza de que con Dios podemos lograrlo, siempre".
El Espíritu Santo "nos defiende de quien nos acusa: de nosotros mismos cuando no nos queremos y no nos perdonamos" y del demonio que acusa, divide y "que hace todo lo posible para que nos sintamos incapaces e infelices", dijo el Papa Francisco.
"Si invocamos al Espíritu, aprenderemos a acoger y recordar la verdad más importante de la vida que nos protege de las acusaciones del maligno", dijo. "¿Cuál es esta realidad más importante de la vida? Que somos hijos amados de Dios", y "el Espíritu Santo nos la recuerda".
Por Carol Glatz, Catholic News Service