El Papa: Quita la piedra de la tristeza, encuentra al Señor resucitado
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- La Pascua es el momento de "quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia", dijo el Papa Francisco al celebrar la Misa de la Vigilia Pascual.
"La fuerza de la Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza", dijo el Papa en su homilía de la Misa del 8 de abril. "El Señor es experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo".
La liturgia comenzó en la parte trasera de la Basílica de San Pedro, en lugar del atrio como es costumbre, con la bendición del fuego y el encendido del cirio pascual.
Mientras la procesión se adentraba en la basílica oscura y se encendían las velas del cirio pascual, el diácono Zane Langenbrunner entonó tres veces "Lumen Christi" ("la luz de Cristo"). El diácono, quien es un seminarista estudiando en el Pontificio Colegio Norteamericano, se prepara para la ordenación sacerdotal para ser un sacerdote para la Diócesis de Fort Wayne-South Bend, Indiana.
A pesar del resplandor de las pantallas de los teléfonos móviles, la basílica se fue iluminando cada vez más a medida que las 8,000 personas de la congregación encendían también sus velas.
Una vez que el Papa Francisco estaba en su silla de ruedas, todos los concelebrantes, los monaguillos y dos guardias suizos estuvieron en sus puestos, el diácono Langenbrunner cantó el solemne pregón pascual, el Exsultet.
Durante la Misa, el Papa Francisco bautizó a ocho personas: tres de Albania, dos de Estados Unidos -- Auriea Harvey y Francis X. Phi -- y una persona de Nigeria, una de Italia y una de Venezuela.
Dos diáconos llevaron la pila bautismal hasta el Papa y la sostuvieron frente a él durante el rito para que pudiera bautizar a los hombres y mujeres sin tener que caminar o estar de pie, algo que hace con dificultad.
El Papa Francisco también confirmó a los ocho adultos y les dio su primera Comunión durante la Vigilia Pascual.
Mientras que el Papa Francisco presidió la Misa de dos horas y media, el cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, fue el principal concelebrante en el altar.
En su homilía, el Papa se centró en el relato evangélico de las mujeres que acuden a la tumba de Jesús, "con incertidumbre, desorientadas, con el corazón desgarrado de dolor por esa muerte que les había quitado al Amado".
En la vida de fe, dijo, "veces también nosotros pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que en el presente vemos sobre todo tumbas selladas: las de nuestras desilusiones, nuestras amarguras y nuestra desconfianza" o de pensar que "las cosas no cambiaran nunca".
La gente se cansa o se siente impotente cuando se enfrenta al mal, o ve que las relaciones se rompen, la injusticia o la corrupción no se controlan, dijo. "Quizá nos hayamos encontrado cara a cara con la muerte, porque nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos o porque nos ha rozado en la enfermedad o en las desgracias".
En estas o situaciones parecidas, nuestros caminos se detienen ante una hilera de tumbas, y nos quedamos allí, llenos de dolor y pesar, solos e impotentes, repitiendo la pregunta: "¿Por qué?", dijo el Papa.
Pero el Evangelio dice que las discípulas de Jesús no se quedaron congeladas ante la tumba. Más bien, dijo, corrieron hacia los discípulos "para proclamar un cambio de rumbo: Jesús ha resucitado y los espera en Galilea".
El Papa Francisco habla a menudo de la llamada posterior a la Resurrección a ir a Galilea. En la Vigilia Pascual, dijo que es una llamada a salir del "cenáculo" donde los discípulos se escondían atemorizados y a emprender una misión.
Pero también es una llamada a los orígenes de su relación con Jesús, porque le conocieron en Galilea y allí comenzaron a seguirle.
La llamada a volver a Galilea, dijo, "nos pide que revivamos ese momento, esa situación, esa experiencia en la que encontramos al Señor, sentimos su amor y recibimos una mirada nueva y luminosa sobre nosotros mismos, sobre la realidad, sobre el misterio de la vida".
Para cada persona, dijo, Galilea "es el 'lugar' en el que conociste a Jesús en persona; donde Él para ti dejó de ser un personaje histórico como otros y se convirtió en la persona más importante de tu vida. No es un Dios lejano, sino el Dios cercano, que te conoce mejor que nadie y te ama más que nadie".
Como ejercicio pascual, el Papa Francisco pidió a la gente que recordara un momento en el que experimentó el amor de Jesús, en el que escuchó que la palabra de Dios le hablaba directamente o en el que sintió "la inmensa alegría" del perdón tras confesarse.
"Cada uno de nosotros conoce dónde tuvo lugar su resurrección interior, ese momento inicial, fundante, que lo cambió todo", dijo el Papa. "No podemos dejarlo en el pasado, el Resucitado nos invita a volver allí´ para celebrar la Pascua. Recuerda tu Galilea, haz memoria de ella".
"Vuelve a experimentar las emociones y las sensaciones", sugirió; "revive los colores y los sabores".
Haciendo rodar "toda piedra de desilusión y desconfianza", dijo el Papa, "que cada uno vuelva a su propia Galilea, la del primer encuentro, ¡y resurjamos a una vida nueva!".
Por Cindy Wooden, Catholic News Service
BRIEF: CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- La Pascua es el momento de "quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia", dijo el Papa Francisco al celebrar la Misa de la Vigilia Pascual. "La fuerza de la Pascua os convoca a hacer rodar toda piedra de desilusión y desconfianza", dijo el Papa en su homilía de la Misa del 8 de abril. "El Señor es experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo". La liturgia comenzó en la parte trasera de la Basílica de San Pedro, en lugar del atrio como es habitual, con la bendición del fuego y el encender del cirio pascual. Mientras la procesión se adentraba en la oscura basílica y se encendían las velas del cirio pascual, el diácono Zane Langenbrunner entonó tres veces "Lumen Christi" ("la luz de Cristo"). El diácono, seminarista de la Diócesis de Fort Wayne-South Bend, Indiana, quien se prepara para su ordenación sacerdotal en el Pontificio Colegio Norteamericano. A pesar del resplandor de las pantallas de los móviles, la basílica se fue iluminando cada vez más a medida que las 8,000 personas de la congregación encendían también sus velas. Una vez que el Papa Francisco estuviera en su silla de ruedas, con todos los concelebrantes, los monaguillos y dos guardias suizos estuvieron en sus puestos, el diácono Langenbrunner cantó el solemne pregón pascual, el Exsultet. Durante la Misa, el Papa Francisco bautizó a ocho personas: tres de Albania, dos de Estados Unidos -- Auriea Harvey y Francis X. Phi -- y una persona de Nigeria, una de Italia y una de Venezuela.