Los votos religiosos honrados y celebrados en el Día Mundial de la Vida Consagrada
Lo volvería a hacer todo de nuevo”. Mientras hablaba con firme convicción y sus ojos radiantes de felicidad, la Hermana Teresa Rodríguez, HCG, reflexionó sobre sus votos en la orden religiosa de las Hermanas Catequistas Guadalupanas. Ella cumplió el 14 de febrero 50 años como hermana religiosa y lleva toda una vida enseñando a los niños y a sus padres.
“Me siento tan emocionada como el primer día que pronuncié mis votos. Estoy evaluando y mirando todos estos años, y he disfrutado cada momento de mi vida”, afirmó ella.
La Hermana Teresa está “emocionada y asombrada” de lo rápido que ha pasado el tiempo desde que hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia. Sin embargo, la urgencia de su misión no ha disminuido. Ella añadió: “Te apasiona, en particular cuando te entregas a las personas para que puedan saber quién es Dios y por qué ellos son la Iglesia y que conozcan la razón de ser católicos. El evangelizar es verdaderamente emocionante”.
La HermanaTeresa es una de las 53 mujeres religiosas que trabajan en la Diócesis de Fort Worth. Las hermanas, y los 58 sacerdotes que pertenecen a una orden religiosa en la Diócesis, fueron invitados a la Parroquia de San Bartolomé el 7 de febrero para celebrar el Día Mundial de la Vida Consagrada con el rezo de vísperas solemnes seguidas de una cena.
La celebración anual se lleva a cabo para honrar a los que viven una vida consagrada en una orden religiosa y para orar por ellos. En la Diócesis de Fort Worth sirven actualmente 13 órdenes religiosas de hermanas y 12 órdenes religiosas de sacerdotes.
La Hermana Diana Rodríguez, HCG, dijo que consagrarse con los votos de pobreza, castidad y obediencia “es tanto una lucha como un desafío. Porque luchamos en la vida, como lo hace cualquier otra persona. Sin embargo, la lucha es una fortaleza porque avanzas con tus votos, sigues a Cristo y te hace mucho más fuerte. Las luchas diarias son algo que te hará más fuerte en la vida”.
Este evento fue establecido en el 1997 por el Papa San Juan Pablo II y se celebra todos los años cerca de la Fiesta de la Presentación del Señor, cuando María y José llevaron a Jesús al Templo en Jerusalén. Allí, un hombre devoto llamado Simeón reconoció al niño Jesús como el Mesías.
El Papa Francisco, en su homilía del 1 de febrero para el Día Mundial de la Vida Consagrada, comparó a los hombres y mujeres religiosos con Simeón y dijo: “Ustedes también, queridos hermanos y hermanas consagrados, ustedes son hombres y mujeres simples que vieron que este tesoro vale más que cualquier bien del mundo. Y entonces, dejaron cosas preciosas, como sus posesiones y como tener su propia familia para consagrarse a Cristo. ¿Por qué hicieron esto? Porque se enamoraron de Jesús, lo vieron todo en Él y, cautivados por su mirada, dejaron el resto atrás”.
Durante la noche del evento se destacan la oración y la celebración como comunidad de mujeres y hombres consagrados. Luego de que el Padre Maurice Moon, un sacerdote diocesano, dirigiera las vísperas, el grupo de unas 60 personas pasó al salón parroquial, que pronto se llenó de alegría, risas y conversaciones animadas.
El Padre Albert Kanjirathumkal, HGN, condujo dos horas desde la Parroquia de St. Mary en Henrietta para asistir al evento. Señaló que otros sacerdotes habían viajado desde aún más lejos, y que la celebración de esa noche valía la pena. “Puedo ver a todos mis hermanos sacerdotes y rezar con ellos. Es una gran experiencia”, dijo.
Ésta fue la primera celebración diocesana de la vida consagrada para el Padre Mariya Manickam, SAC, el vicario parroquial de San Miguel de Bedford. La oración comunitaria de la noche con los Salmos y las Escrituras le recordó sus años en el seminario. Padre Mariya dijo: “Es agradable encontrarnos con nuestros amigos, conocer a las hermanas y rezar juntos como comunidad”.