Seis hombres son ordenados como diáconos de transición
El Reverendísimo Obispo Michael Olson denominó la ocasión como “un gran evento de esperanza en medio de una pandemia” al celebrar la ordenación de seis hombres al Orden del Diaconado durante una Misa el 19 de marzo en la Catedral de San Patricio en presencia de sólo los familiares más cercanos y unos pocos clérigos.
Los laicos de toda la Diócesis pudieron participar de la Misa mediante la transmisión en vivo a través del sitio web diocesano, fwdioc.org.
Jason Allan, Thomas Jones, Samuel Maul, Brett Metzler, Joseph Moreno y Linh Nguyen, quienes son miembros de la clase más grande de candidatos a diáconos de transición en los 50 años de historia de la Diócesis, le pidieron al Obispo que no pospusiera su ordenación, a pesar de la restricción en el número limitado de invitados que podían asistir y los demás cambios que se han impuesto debido a las preocupaciones de salud relacionadas con el coronavirus.
El deseo de los hombres de servir a la Iglesia en tiempos de crisis superó cualquier idea que hubieran podido tener de una gran celebración, según Maul, un estudiante del Seminario de la Asunción. La ordenación como diácono de transición marca el último año de formación de los seminaristas y es cuando asumen el estado clerical y se comprometen públicamente a las promesas de obediencia, celibato y oración.
“Como dijo uno de mis compañeros de clase, preocuparse por la celebración en lugar de la ordenación en sí sería ignorar lo que es realmente esencial”, dijo. “La naturaleza del ministerio ordenado es de servir en todo momento y eso es especialmente cierto en el ministerio del diaconado. Todos estamos muy emocionados de dar este próximo paso y ponernos a trabajar”.
El compañero seminarista Linh Nguyen se inspira en la súplica del Papa Francisco de no olvidar a los más vulnerables.
“La crisis que estamos atravesando ahora da un énfasis aún mayor a las palabras del Santo Padre”, dijo el joven de 25 años que creció en la Parroquia de Christ the King de Fort Worth. “Hay una gran necesidad en la Diócesis de servir y cuidar espiritualmente a las personas de una manera segura para nosotros y para ellos. Ahí es donde están nuestros corazones”.
Aunque la asistencia a la Misa de ordenación se limitó a 50 personas, los feligreses de toda la Diócesis pudieron ver la transmisión en vivo de la liturgia. La ordenación había sido programada inicialmente para llevarse a cabo en la Iglesia de Vietnamese Martyrs de Arlington, con una capacidad para 2,000 personas.
El lugar fue cambiado para cumplir con las restricciones de salud pública que prohíben que se reúnan grupos grandes.
Al comienzo de la Misa, el Obispo Olson expresó su agradecimiento a los familiares de los seminaristas.
“Les agradezco mucho el que hayan alentado a sus hijos y haberlos confiado a Dios y a Su Iglesia”, dijo. “Y le pedimos a Dios que continúe bendiciéndoles por su gran generosidad y amor”.
El Obispo expresó también su gratitud a los sacerdotes, diáconos y otras personas que apoyaron a los seminaristas durante su formación y sus asignaciones pastorales.
El diaconado fue establecido por los Apóstoles en la Iglesia Primitiva para atender las necesidades de las viudas y los huérfanos de habla griega que eran rechazados por la sociedad. El diaconado es el primero de tres rangos de ministerio ordenado en la Iglesia. Los diáconos proclaman el Evangelio, predican, ayudan en las liturgias y realizan actos de caridad. Pueden también bautizar, presenciar el intercambio de los votos matrimoniales, llevar el Viático a los moribundos y oficiar en los entierros.
“Han rezado y trabajado duro para estar aquí esta noche”, dijo el Obispo Olson, dirigiéndose a los seminaristas. “Y esta noche es un comienzo, según la Providencia de Dios, y nos genera profunda gratitud y asombro por Su poder y amor”.
Durante su homilía, el Obispo le recordó a los seminaristas que su ordenación coincidió con la Solemnidad de San José, un santo al que pueden admirar como ejemplo e intercesor para llevar una vida de integridad, ejercer el servicio desinteresado y profesar el amor puro. San José, el esposo de la Santísima Virgen y guardián del Mesías, fue un hombre justo. La fidelidad y el conocimiento de la Palabra de Dios le permitieron entender el mensaje del ángel en un sueño para aceptar su vocación y llevar a María a su hogar.
“San José responde al llamado de Dios no con palabras, sino con acciones”, agregó el Obispo Olson. “Sus acciones son valientes y esperanzadoras”.
El santo patrón, que tuvo una muerte feliz, sólo buscaba la voluntad de Dios, no la suya. Esa fidelidad le condujo a la paz y la alegría.
“Cuando salgan de la catedral esta noche como heraldos del Evangelio y como ministros de la caridad, asegúrese cada uno de que lo que va a ofrecer a los demás sea bueno y necesario”, aconsejó el Obispo. “Confíen en que nuestro Padre Celestial los sostendrá de la misma manera que sostuvo a San José en su vocación”.
Para prepararse para su ordenación al diaconado de transición, Jason Allan hizo un retiro de cinco días con su director espiritual en Theological College en Washington, D.C.
“Dedicamos tiempo para orar y reflexionar sobre el Rito de la Ordenación”, dijo el feligrés de la Parroquia de Santa Elizabeth Ann Seton, que ingresó al seminario después de graduarse de la escuela preparatoria. “Pensé en las promesas que haré como diácono y en cómo las cumpliré no sólo como diácono, sino durante todo mi ministerio sacerdotal”.
Cuando comenzó el antiguo ritual de la ordenación, Allan y los otros ordenandos se acercaron al Obispo uno a la vez, se arrodillaron y prometieron respetarlo, y obedecerlo a él y a sus sucesores. Como señal de su sumisión humilde ante Dios, los hombres se postraron en el suelo de la nave principal de la catedral mientras el cantor dirigía la asamblea en la Letanía de los Santos.
Durante la parte más sagrada de la ordenación, el Obispo Olson impuso sus manos sobre cada hombre y recitó en silencio la oración de la ordenación. Después de ser investidos con la estola y la dalmática, una señal externa del nuevo ministerio, los diáconos recibieron el Libro de los Evangelios del Obispo con las palabras: “Cree lo que lees. Enseña lo que crees y practica lo que enseñas”.
El distanciamiento social y el uso frecuente del desinfectante de manos fueron protocolos utilizados esta vez para prevenir la propagación del contagio durante la liturgia.
Joseph Moreno que fue bautizado como católico, pero no fue criado en la fe, espera servir como diácono en una de las parroquias cerca de su seminario en San Antonio. Después de servir en la Parroquia de San Mateo de Arlington como catequista, lector y acólito, el ex vicepresidente de Citigroup dejó su lucrativo trabajo para estudiar para el sacerdocio.
“Fue un gran paso de fe, pero permití que Dios me guiara y formara”, dijo Moreno. “Me di cuenta de que, durante toda mi vida, Dios ha estado ahí guiando mis pasos para prepararme para este momento”.
Parte de la formación de cada seminarista incluye un año pastoral dedicado a trabajar en una parroquia diocesana. Thomas Jones hizo un poco de todo en la Parroquia de San Felipe Apóstol de Lewisville.
“Una de las mejores cosas de mi año pastoral fue visitar a las familias y conocer a la gente de la parroquia”, dijo el veterano de la Fuerza Aérea. “La gente de San Felipe me dio un gran ejemplo de amarse unos a otros”.
Brett Metzler considera que la camaradería forjada entre los seminaristas durante estos momentos de estrés y ansiedad les da tranquilidad.
“Todos decidimos por unanimidad llevar a cabo la ordenación de inmediato y eso me pareció realmente alentador”, dijo el ex residente de Denton. “Ver el liderazgo y el testimonio del Obispo quita gran parte del pánico y el miedo que nos rodea. En el Obispo ves a alguien que tiene esperanza cristiana, no sólo de que esta crisis terminará, sino que Jesús está presente entre nosotros durante todo esta crisis”.
Los seis hombres servirán por un año completo como diáconos de transición antes de que, con la gracia de Dios, se ordenen como sacerdotes.