Legado de Fe
Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad…” María Guadalupe y Felipe Muñoz hicieron esta promesa al consagrarse mutuamente por el Sacramento del Matrimonio hace cuarenta y tres años. Juntos han forjado un camino que, paso a paso, “con sus altas y bajas”, ha florecido como resultado de su mutuo amor en la fe, siendo “dos, pero uno solo en Jesús”, asevera el matrimonio Muñoz.
Felipe, de 69 años y originario de Durango, y Lupe, de 61 años, nacida en Coahuila, México, sienten que hablar del inicio de su unión matrimonial es sinónimo de su dedicación al servicio de la comunidad de la Parroquia de St. Joseph de Cleburne, en la que no sólo han visto crecer a sus hijos y familia, sino también a su comunidad.
El Papa Francisco en uno de sus mensajes proclamados durante la Audiencia General de la Plaza de San Pedro en el 2019 destacó al matrimonio de Aquila y Priscila entre los discípulos del apóstol Pablo “como modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida con el servicio de toda la comunidad cristiana”. El Santo Padre hizo referencia a su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, 11, y nos recordó que acudiéramos a Dios “que ha elegido hacer de la pareja casada Su ‘verdadera escultura viviente’” para que, a ejemplo de Aquila y Priscila, “abran las puertas de sus corazones a Cristo y a sus hermanos y hermanas, y transformen sus hogares en una iglesia doméstica”.
Pese a que el matrimonio Muñoz enfrenta con amor la enfermedad de Lupe, tras ser diagnosticada con cáncer, ellos continúan entregando sus dones y esfuerzos a su comunidad parroquial y fortaleciendo su amor día a día, “viviendo a plenitud el significado del Sacramento del Matrimonio”.
DIOS LO HACE TODO: Felipe cuenta que cuando era joven, pensaba que ir a Misa cuando él podía o llegar tarde y sólo recibir la bendición final eran suficientes.
Sin embargo, mediante “las enseñanzas que recibimos de la Iglesia a lo largo de los años, del estudio de la Palabra de Dios, los sermones de los sacerdotes, el ejemplo de nuestros compañeros de ministerio y principalmente por la gracia de Dios”, se hicieron más conscientes de su fe y del valor de la Misa y la Eucaristía”, añadió.
“Dios sembró en nosotros el deseo de servir”, afirmó Felipe, que es acólito, lector y que realiza varios otros ministerios en la parroquia.
“La gracia y el Espíritu de Dios es quien lo hace todo”, aseveró. “Nosotros sólo le ofrecemos lo poquito que hacemos y lo hacemos de todo corazón”.
BUENA COSECHA: Lupe recuerda con amorosa alegría que sus tres hijos fueron monaguillos desde los 6 años hasta los 15 años. Su hija Sandra Guadamur es actualmente catequista y tiene a su cargo la preparación al Sacramento de la Confirmación. Su nieto Anthony, de 18 años y el mayor de sus seis nietos, es también catequista y ayuda a Sandra en la preparación a la Confirmación.
Lupe se siente muy “feliz” de servir en la Misa dominical, ya sea como lectora o como Ministro de Hospitalidad, y de ver a su esposo, “cabeza de nuestra familia”, como acólito, en la parroquia que aman como si fuera su propia familia.
“Nos sentimos muy contentos de poder servir, de que la gente nos conozca, que la comunidad está creciendo, y que, por la gracia de
Dios, todos trabajamos juntos”, Lupe señaló agradecida.
EL SEÑOR PROVEERÁ: Lupe y Felipe viven profundamente agradecidos del gran apoyo que han recibido de la comunidad parroquial por tantos años.
Cuando los dos se quedaron desempleados, fue gracias a la Parroquia de St. Joseph que consiguieron un nuevo trabajo, que ambos conservan aún luego de muchos años.
“En la parroquia estaban buscando una persona que quisiera trabajar y me contrataron”, apuntó Felipe, que ha estado encargado del mantenimiento de las instalaciones desde hace treinta y nueve años. Lupe consiguió también trabajo cuando “una persona de la parroquia buscaba a alguien que supiera hacer pan”. Desde entonces lleva trabajando por más de veinticinco años en la panadería; y actualmente sirve como supervisora.
JESÚS, EN TI CONFÍO: Luego de que Lupe fuera diagnosticada con cáncer de estómago, ambos encontraron fortaleza en su fe.
“Quiero ser esa fuerza para mi esposa durante su enfermedad. Pido a Dios que nos dé fortaleza a los dos,” aseguró Felipe.
Por otro lado, Lupe agradece inmensamente la bendición de tener el apoyo de su esposo, sus hijos y la Iglesia.
“Dios tiene la última palabra”, aseveró y se siente muy agradecida de recibir los Santos Óleos administrados por el Padre Sergio Rizo, el párroco de St. Joseph. “Hay que estar preparado, si de verdad tienes fe,” afirmó Lupe.
“Le damos gracias a Dios por todas las bendiciones que nos ha dado a lo largo de nuestras vidas,” dijo Felipe.
Felipe añadió que “la gracia de Dios se refleja en nuestros hijos. Ellos están muy pendientes de su mamá; estamos muy satisfechos de que la gracia de Dios también los mueve a ellos y de que sean tan buenos hijos.”
AMOR ETERNO: En estos momentos de dificultad, “compartimos aún más y nos cuidamos más el uno al otro.
Esto no significa que antes no nos queríamos, sino que, gracias a Dios en estos momentos, más que nunca, nos sentimos que somos dos, pero uno solo en Jesús,” afirmó el matrimonio Muñoz.
Se sienten alegres de que “casi todo nuestro servicio lo hemos realizado juntos como pareja”.
“Hemos servido fielmente a la parroquia y estamos orgullosos de haber pertenecido a ella por tantos años. Hemos servido en varios ministerios diocesanos como los Cursillos y hemos participado en numerosas actividades diocesanas como representantes de nuestra parroquia”, comentó la pareja.
“Leemos mucho la historia de la Boda de Tobías en la Biblia”, dijo Felipe, pues encuentran inspiración en el matrimonio de Tobías y Sara.
“Tobías decía, ‘no podemos vivir como los paganos que no conocen a Dios’, y nos gusta este pasaje bíblico porque nos ayuda a recordar nuestro pasado y ver nuestro presente”, concluyó Felipe.