Misercordia Abundante
Cuando entras al confesionario de la Parroquia de Nuestra Madre de la Misericordia en Fort Worth, lo primero que ves es un enorme cuadro de Jesús con un vestido blanco y rayos rojos y blancos que emanan de su corazón: la imagen de la Divina Misericordia.
El Padre Bart Jasilek, SVD, párroco de Nuestra Madre de la Misericordia, cree que existe una conexión profunda entre la Divina Misericordia y el Sacramento de la Reconciliación.
“La confesión es un hermoso sacramento de sanación y la Divina Misericordia es el mensajero de ese perdón”, dijo. “La misericordia de Dios está presente en todos los sacramentos, pero, sobre todo, en el sacramento del perdón. Eso es lo que Dios hizo por nosotros en la cruz. Esa misericordia está clamando por ti. ¡Ven y tómala! ¡La tengo para ti y te la ofrezco gratis!”
El Padre Jasilek, oriundo de Polonia, presentó la devoción de la Divina Misericordia a su parroquia en el 2016, durante el Año de Jubileo de la Misericordia, en su primer año como párroco. Desde entonces, los feligreses han seguido la devoción mientras oran y escuchan una grabación de la Coronilla de la Divina Misericordia antes de todas las Misas del fin de semana y entre semana, y el Padre Jasilek escucha confesiones. Los viernes, en que se celebra un día completo de Adoración al Santísimo, se concluye con la Coronilla de la Divina Misericordia y la bendición.
“Si fui enviado aquí durante el Año de la Misericordia, a una parroquia llamada Nuestra Madre de la Misericordia, y soy de Polonia, donde Santa Faustina era la mensajera de la Divina Misericordia, entonces debe ser la voluntad de Dios que así sea”, dijo.
La historia
El mensaje y la devoción a Jesús como la Divina Misericordia se basan en los escritos de Santa Faustina Kowalska, una monja polaca, que en la década de 1930 comenzó a recibir revelaciones extraordinarias de Jesús. Nuestro Señor le pidió que registrara las experiencias en un diario, que terminó siendo de 600 páginas. Su diario provocó un gran movimiento centrado en la abundante misericordia de Jesucristo, que continúa hasta nuestros días.
Fundamental para la devoción es la imagen de la Divina Misericordia. Santa Faustina vio por primera vez la imagen de la Divina Misericordia en el 1931 mientras rezaba en su celda de la Congregación de las Hermanas en el Convento de Nuestra Señora de la Misericordia en Plock, Polonia.
Según su diario, llamado La Divina Misericordia en mi alma, el Señor la dirigió a “pintar una imagen como el modelo que vemos hoy día y en la que aparecen firmadas las palabras: ‘Jesús, en Ti confío’”. (Diario, 47-48)
El diario continúa: “El rayo de luz blanco pálido representa el agua que hace justas a las almas. El rayo de luz rojo representa la sangre, que es la vida de las almas...Estos dos rayos brotaron desde lo más profundo de mi tierna misericordia cuando mi corazón agonizante fue abierto por la lanza en la cruz”. (Diario, 299)
En el 1935, Santa Faustina recibió las palabras para la Coronilla de la Divina Misericordia cuando tuvo una visión en la que un ángel, enviado a castigar a una ciudad en particular, la llevó a orar y pedir por misericordia. Al principio, sentía que sus oraciones carecían de fuerza, pero luego se encontró a sí misma rogando interiormente a Dios con estas palabras:
“Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación por nuestros pecados y los del mundo entero; por Su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros”. (Diario, 475).
Al día siguiente, recibió interiormente otro mensaje que le pedía que agregara “y del mundo entero” al final de la oración (Diario 476).
Éstas se convirtieron en las palabras de la Coronilla de la Divina Misericordia, que se puede rezar, recitar o cantar con el rosario.
La gracia de la Divina Misericordia en las parroquias
El Padre Jim Gigliotti, TOR, párroco de la Parroquia San Andrés de Fort Worth ha sido testigo también de la gracia de la Divina Misericordia en el confesionario, especialmente cuando las personas temen que no puedan ser perdonadas.
“Jesús dice en el Diario de la Divina Misericordia que no hay pecado que sea tan grave que, si el alma está contrita, no pueda ser perdonado”. El Padre Gigliotti añadió que Jesús “le dijo a Santa Faustina: ‘Dile al alma que se me acerca en el Tribunal de la Misericordia’ – ésa es Su palabra para el confesionario – que deben imaginar que sus pecados caen como gotas de lluvia y desaparecen en el océano de Mi misericordia’”.
El Padre Gigliotti destacó además que la devoción de la Divina Misericordia también transforma a los católicos no practicantes y calma y consuela a los enfermos y los que ya están en su lecho de muerte.
“He visto que cuando presento a la gente la devoción de la Divina Misericordia, eso les ha brindado gran sanación, alivio y consuelo”, explicó el párroco. “La oración cambia sus vidas. Cambia sus perspectivas y los acerca más al Señor. Los hace sentir hambrientos nuevamente y apreciar la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación”.
Vince Bonillo, un feligrés de la Parroquia de San Andrés, era uno de esos católicos no practicantes hasta que descubrió la Coronilla de la Divina Misericordia el pasado otoño en un fin de semana de Cristo Renueva a Su Parroquia (CRHP, por siglas en inglés).
“Yo había dejado de rezar y de ir a Misa”, dijo. Pero un día, su esposa le pidió que asistiera al fin de semana de CRHP.
“Dios me mostró la gracia y el perdón ... Aprendí mucho acerca de cuán grande y misericordioso es Dios. Esta devoción me ha ayudado a convertirme en un católico más fuerte”, añadió.
Kate Sweeney, feligrés de la Parroquia de Santa Catalina de Siena en Carrollton, descubrió la Divina Misericordia en el 2013 mientras asistía a su madre que estaba en un hospicio. Dos de sus primos al visitarlas las invitaron a rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.
“La rezamos varias veces al día, pero especialmente a las tres de la tarde”, dijo Sweeney. Cuando su madre falleció, ella estaba rezando la Coronilla junto a su cama. Aunque su madre nunca había mencionado la Divina Misericordia, Sweeney encontró más tarde una copia de las oraciones de la Divina Misericordia con el rosario de su madre.
El Padre Gigliotti explicó por qué la Coronilla de la Divina Misericordia es una oración poderosa para los que se encuentran en su lecho de muerte.
“Jesús dice en el Diario que Él mismo va y presenta el alma al Padre a través de la misericordia de la cruz. Él mismo viene al alma que está falleciendo”, dijo.
Poco después de la muerte de su madre, Sweeney se unió a un grupo de feligreses de Santa Catalina que rezan la Coronilla de la Divina Misericordia a las 3 p.m. todos los domingos en la capilla de la parroquia.
El Padre Gigliotti dijo que en el mismo diario de Santa Faustina se le pide a la Iglesia que ore una Novena de la Divina Misericordia desde el Viernes Santo hasta el domingo después de la Pascua, ahora conocido como el Domingo de la Divina Misericordia. El Papa San Juan Pablo II incluyó el Domingo de la Divina Misericordia en el calendario litúrgico oficial en el 2000 cuando canonizó a Santa Faustina.
Agregó que el Domingo de la Divina Misericordia incluye “una indulgencia plenaria: la remisión completa del castigo temporal debido al pecado”.
Según un decreto apostólico del 2002, las condiciones para la indulgencia de la Divina Misericordia incluyen la confesión sacramental, la Comunión Eucarística y la oración por las intenciones del Papa, así como la participación en las oraciones y devociones de la Divina Misericordia.
El Padre Gigliotti ha ofrecido los servicios de la Novena de la Divina Misericordia y el Domingo de la Divina Misericordia en todas las parroquias a las que ha servido desde que conoció dicha devoción en el 1978, incluso durante sus 20 años como párroco de la Parroquia de Santa María Goretti de Arlington.
Bonnie Irvine, feligrés de la Parroquia de Santa Catalina de Siena, dijo que participa en las devociones de la Divina Misericordia porque “siempre le pedimos a Dios algo, pero no le pedimos Su perdón a menudo. Esta devoción es más profunda que una oración de petición. No estamos orando solamente por nosotros mismos. Oramos también por los demás”.
“Las mismas palabras de la oración de la Divina Misericordia lo dicen”, agregó. “Ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.